Arquitectura y semiótica, Diana Agrest y Mario Gandelsonas
Agrest y Gandelsonas analizan la arquitectura desde una perspectiva semiótica, lo que supone pensar los objetos arquitectónicos en términos de significado, entendido como un sistema de signos que comunican determinados mensajes. La perspectiva semiológica supone pensar lo simbólico como una disposición que apuntala la definición del proyecto.
Agrest Gandelsonas, Arquitectura y semiótica
Las teorías de la arquitectura y el diseño se han orientado en gran medida hacia la perpetuación de la estructura fundamental de la sociedad occidental, tratando al mismo tiempo de mantener el diseño como una operación válida dentro de este orden establecido. Los autores cuestionan este papel adaptativo de la teoría arquitectónica mediante su análisis de la absorción de la semiótica como “bloqueo teórico” y sostienen que la teoría sólo puede considerarse una producción de conocimiento cuando su base ideológica se transforma totalmente.*
Consigna ideológica o trabajo teórico
En los últimos quince años ha crecido el interés por la semiótica de la arquitectura en diversas partes del mundo, como demuestra la publicación de las bibliografías italiana e inglesa preparadas para el Primer Congreso Internacional de Semiótica de Milán (junio de 1974) y publicadas en la revista Versus 8/9.1.
A este impresionante número de obras ya publicadas en inglés e italiano, se añadirá muy pronto una bibliografía española igualmente amplia. Esta gran cantidad de trabajos no es, sin embargo, una simple indicación de la vitalidad del campo, sino más bien el resultado de una situación bastante compleja.
Por un lado, un gran número de estos trabajos se inscriben en los desarrollos de las ciencias del comportamiento (psicología, sociología, etc.). Esto produce una situación en la que el estudio de los problemas de la comunicación (transmisión de significados por medio de sistemas de signos) y además de la significación (estructuras de dichos sistemas) se aborda desde perspectivas pre-semióticas que luego han sido criticadas y superadas por la semiótica. Por otra parte, en los trabajos propiamente semióticos se hace bastante evidente la dispersión de los temas de análisis en lugar de la determinación del objeto de estudio, la desarticulación entre el análisis empírico y las generalizaciones abstractas, la expansión cuantitativa en lugar del desarrollo acumulativo del conocimiento.
Muy pocos trabajos han comprendido el sentido y la importancia del gesto saussuriano de la definición del objeto de estudio2. y han desarrollado su análisis en referencia a un objeto teórico previamente definido. Muy pocos son los trabajos que pueden considerarse desarrollos teóricos en sentido estricto, es decir, construcciones hipotético-deductivas, descripciones o clasificaciones que se inscriben explícitamente en un contexto teórico determinado, como los trabajos de M. Bense3. o E. Garroni4.
Por último, son pocos los trabajos que proponen un desarrollo conceptual de los problemas planteados en trabajos anteriores; la mayoría de los trabajos transponen modelos desarrollados en otro campo (lingüístico o semiótico) y no pueden considerarse producto de un desarrollo coherente de una problemática más específicamente arquitectónica. Esta situación es producto, a nuestro juicio, de dos grandes tipos de problemas a los que debe enfrentarse una semiótica de la arquitectura: los que tienen su origen en la arquitectura y los que se originan en la propia semiótica.
A partir de la década de los sesenta la arquitectura atraviesa una de sus crisis periódicas, debida esta vez a varias razones:
a) el fracaso de las intervenciones masivas de la posguerra mundial y el correspondiente colapso de la doctrina funcionalista, ideología básica de la arquitectura moderna;
b) la creciente distancia entre el acelerado proceso de industrialización que afecta al conjunto de la producción económica y el carácter artesanal de la producción arquitectónica;
c) la ampliación del campo de intervención, es decir, diseño industrial, arquitectura, diseño urbano;
d) la distancia cada vez mayor entre el vocabulario figurativo y la sintaxis creados por la arquitectura moderna (simultáneamente con el cubismo y el neoplasticismo) y los lenguajes generados por los medios de comunicación de masas, en particular la publicidad, la televisión y el cine;
e) la posición antihistoricista del movimiento moderno y el rápido consumo de vocabularios formales.
Como resultado de esta crisis, se discute el dudoso carácter arquitectónico de algunos ámbitos de producción. Un ejemplo de ello es el problema de la vivienda, que en ciertos contextos aparece como “aquello” que se opone a la arquitectura -la arquitectura frente a la vivienda-, representando esta última la “muerte” de la arquitectura. Paralelamente, la preocupación por el problema de la industrialización desplaza la creatividad arquitectónica del diseño de edificios al diseño de sistemas de construcción, de ensamblaje, “montaje”, etc. La ampliación del campo de intervención produce una hipertrofia de la “arquitectonicidad”; desde el diseño de objetos hasta el diseño de edificios y espacios urbanos, todo se considera arquitectura. Por último, la crisis y sus resultados se manifiestan a nivel del lenguaje en forma de eclecticismo, una confusión de lenguajes caracterizada por el uso de figuras y sintaxis pertenecientes a códigos heterogéneos y a veces contradictorios.
Este conjunto de circunstancias actúa como un primer obstáculo para el desarrollo de una semiótica de la arquitectura, un obstáculo que hace que la identificación de un objeto de análisis sea una tarea muy difícil.
El desarrollo de la semiótica también ha pasado por una sucesión de crisis hasta el punto de negar la validez de su propia demarcación.5 El enfoque semiótico, que en este momento apenas comienza a expandirse, no puede ser visto como una pacífica “fábrica” de modelos, sino como un campo en el que muchas veces se desarrollan luchas antagónicas entre diferentes tendencias. Mencionaremos algunos de los acontecimientos que han sido influyentes en el desarrollo de la semiótica de la arquitectura,
a) La aceleración del análisis semiótico que se produce en los años 60 en Francia debe mucho a la perspectiva estructuralista, y adopta una perspectiva teórica y metodológica a partir de la confluencia de modelos procedentes de la lingüística estructural y de la antropología.6
b) Se dirigen fuertes críticas desde la filosofía y la epistemología centradas en el carácter empírico del enfoque y en el problema de la ausencia de dos nociones: el sujeto y la historia.7 La difusión de los modelos teóricos hipotético-deductivos de la lingüística transformacional generativa refuerza la impugnación de los modelos estructurales empíricos,
c) Las teorías de la enunciación, de los actos de habla,8 y la reacción contra el modelo de Chomsky influyen en el desplazamiento de la problemática semiótica hacia una pragmática que introduce el problema de las determinaciones subjetivas y sociológicas en el lenguaje.9 El análisis del texto, por un lado, opone al sujeto cartesiano de Chomsky una noción más compleja de sujeto procedente del psicoanálisis,10 y, por otro lado, plantea el problema de la articulación de la teoría del sentido con la historia a través del análisis de la ideología considerada como producción de sentido.11
Es importante señalar que esta descripción esquemática de la secuencia de acontecimientos es aplicable, en particular, a la semiótica de la literatura, donde desde el formalismo ruso de los años veinte se ha trabajado más. Este es un campo que recibió de la teoría de la literatura y la poética una teoría ya estructurada, que había inventariado códigos y sistemas específicos con un alto grado de sofisticación. En el caso de la semiótica de la literatura, debemos buscar la razón de estos desarrollos no tanto en factores externos (como la rápida sucesión de diversas tendencias lingüísticas) como en las limitaciones de los diferentes enfoques analíticos que se pusieron de manifiesto con el resultado de dichos análisis.
No es el caso del enfoque semiótico de la arquitectura, en el que, aunque se produce un proceso similar, la mayoría de los análisis son transcripciones mecánicas de modelos que no van más allá del nivel general. Los cambios de enfoque no reflejan una necesidad o una evolución provocada por el propio proceso de investigación, sino que son un mero reflejo de la evolución de otras semióticas. Esta situación, que afecta a la posibilidad de producir modelos específicos, actúa como un segundo obstáculo para el desarrollo de un enfoque semiótico de la arquitectura.
No obstante, es posible distinguir una serie de trabajos en los que un cuerpo de nociones sugiere -de forma explícita o implícita- los posibles límites y la organización interna del campo de la semiótica de la arquitectura.
Diana Agrest and Mario Gandelsonas
*Nota del editor
Notas:
1 Versus 8/9 (Milan: Bompiani, 1974).
2 Ferdinand de Saussure, Course in General Linguistics (New York: McGraw-Hill, 1966).
3 Max Bense, “Semiotique, Esthetique et Design” in L’architecture d’aujourd’hui 178 (Paris: Groupe Expansion, 1975).
4 Emilio Garroni, Progetto di semiotica (Ban: Laterza, 1972).
5 Tzvetan Todorov, “Semiotique,” in Oswald Ducrot, Tzvetan Todorov, Dictionnaire encyclopedique des sciences du langage (Paris, Ed. du Seuil, 1972).
6 Roland Barthes, Elements of Semiology (New York: Hill and Wang, 1968).
7 Jean Dubois, Grammaire structurale du français, la phrase et les transformations (Paris: Larousse, 1969).
8 Tzvetan Todorov, “Problemes de l’enontiation” in Langages 17, Renonciation (Paris: Didier/Larousse, 1970).
9 Eliseo Veron, “Vers uns Logique naturelle des mondes sociaux” in Communications 20 (Paris: Ed. du Seuil, 1973).
10 Julia Kristeva, Semeiotikè: Recherches pour une Sémanalyse (Paris: Seuil, 1969).
11 Communications 20, op. cit.
Fuente:
Diana Agrest and Mario Gandelsonas, Semiotics and the Limits of Architecture, [extracto] en Kate Nesbitt (ed.) “Theorizing a New Agenda for Architecture: An Anthology of Architectural Theory 1965-1995” Princeton Architectural Press, (1996), 110-121
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