Ubicado en la emblemática Vondelstraat de Ámsterdam, el Ático V31 constituye un ejercicio arquitectónico que trasciende la categoría de vivienda para situarse en el ámbito de la experimentación espacial. El proyecto se concibe como una exploración sobre la serenidad y la conexión, entendidas no como abstracciones poéticas, sino como cualidades espaciales verificables a través de la luz, la materia y la proporción. En este sentido, el V31 se presenta como un caso de estudio sobre la capacidad de la arquitectura contemporánea para articular una experiencia sensorial y emocional a partir de operaciones precisas de orden, estructura y materialidad.
Ático V31: Estudio sobre Serenidad y Espacio
El principio rector del proyecto se orienta hacia la creación de un espacio que propicie la calma y la introspección, tanto en la experiencia individual como en la colectiva. Esta intención se traduce en un sistema espacial que no se limita a la función doméstica, sino que busca inducir un estado de equilibrio perceptivo. Cada decisión de diseño, desde la disposición de los volúmenes hasta la elección de los materiales, responde a esta voluntad de generar serenidad mediante la claridad, la continuidad y la armonía tectónica.
Principios de Concepción
La filosofía del V31 se articula en torno a tres principios fundamentales que definen su lógica espacial y constructiva:
Conexión Espacial: El proyecto se estructura como una secuencia de espacios interconectados que favorecen la percepción continua del conjunto. En lugar de una compartimentación rígida, se propone una organización fluida donde los límites se diluyen a través de relaciones visuales cruzadas, variaciones de altura y gradaciones de luz natural. Este sistema de transición espacial estimula la exploración y convierte el recorrido en una experiencia activa de descubrimiento.
Claridad Estructural: La estructura portante, compuesta principalmente por vigas de madera vistas, se mantiene expuesta para revelar la lógica interna del edificio. Este gesto de transparencia técnica no solo establece un orden visual legible, sino que confiere al espacio una sensación de estabilidad y reposo. La ausencia de artificio en la expresión constructiva refuerza la relación directa entre forma y función, eliminando toda ambigüedad formal.
Materialidad y Permanencia: El uso de materiales nobles —madera, piedra y metal— responde a una búsqueda de autenticidad y durabilidad. Su selección no obedece a un criterio decorativo, sino a la intención de generar una experiencia táctil y visual coherente con la idea de serenidad. Cada elemento, desde el mobiliario fijo hasta los acabados, se diseña como una pieza atemporal integrada en la estructura, contribuyendo a la unidad del conjunto.
El Núcleo Organizativo: La síntesis de esta filosofía se manifiesta en el anfiteatro central, elemento articulador del proyecto y eje de su espacialidad. Este espacio escalonado actúa como un dispositivo social y visual que ordena los niveles, orienta las circulaciones y define la jerarquía de los ambientes. Su configuración semicircular introduce una topografía interior que transforma la vivienda en un escenario para la interacción, a la vez que establece un punto de convergencia entre intimidad y apertura. Desde una perspectiva estructural, el anfiteatro funciona como una pieza de transición entre las zonas privadas y las áreas comunes, modulando la relación entre verticalidad y horizontalidad. En términos perceptivos, su forma envolvente y la calidad difusa de la luz que lo atraviesa refuerzan la sensación de quietud que impregna todo el conjunto.
El Corazón del Proyecto: El Anfiteatro como Eje de Conexión y Vida
El elemento central del Ático V31 es un anfiteatro que articula físicamente las dos plantas y organiza simbólicamente la totalidad del espacio interior. Concebido más allá de su función circulatoria, el anfiteatro se presenta como una pieza híbrida, a medio camino entre arquitectura y mobiliario fijo. Su diseño, cuidadosamente modulado, transforma el tránsito vertical en una experiencia espacial continua, integrando desplazamiento, reunión y contemplación dentro de un mismo gesto formal.
Desde una lectura compositiva, el anfiteatro actúa como núcleo estructurador y punto de condensación visual. La geometría escalonada genera una topografía interior que redefine la noción de nivel, estableciendo un gradiente entre las zonas públicas y privadas. De este modo, la escalera deja de ser un mero elemento funcional para convertirse en una estructura de relación: un vacío habitado que concentra la vida doméstica y la interacción social.
Polivalencia y Eficiencia Programática
El anfiteatro constituye un ejemplo paradigmático de economía espacial, al reunir en un único elemento diversas funciones de uso y significado. Su diseño integra simultáneamente cuatro dimensiones programáticas:
- Conexión Vertical: articula la transición entre la planta inferior y la superior mediante un recorrido fluido y visualmente permeable.
- Espacio Social: las gradas se transforman en asientos, configurando un ámbito informal apto para proyecciones, encuentros o conversaciones cotidianas.
- Lugar de Creación: su disposición semicircular favorece la interacción y el intercambio de ideas, funcionando como un espacio de trabajo colaborativo o contemplativo.
- Escenario Cultural: la morfología escalonada permite adaptaciones efímeras —como pequeñas representaciones o conciertos—, evidenciando la flexibilidad del sistema espacial.
Esta versatilidad responde a una concepción arquitectónica que entiende la domesticidad contemporánea como un fenómeno adaptable, donde la arquitectura se ajusta a los ritmos y usos cambiantes de la vida cotidiana.
Relación con el Entorno y Construcción del Diálogo Formal
El anfiteatro no opera como un objeto autónomo, sino como un articulador que establece vínculos visuales y materiales con los elementos circundantes. En el frente, se enfrenta a una biblioteca metálica de estructura abierta, cuya ligereza contrasta con la densidad material del cuerpo central. Este contrapunto entre masa y línea, entre madera y acero, genera un equilibrio compositivo que enriquece la lectura espacial del conjunto.
En la parte superior, una amplia claraboya introduce luz cenital que desciende suavemente sobre los peldaños, acentuando la volumetría y subrayando la condición escultórica del espacio. La incorporación de un árbol japonés en el eje del anfiteatro introduce un elemento orgánico que interrumpe la geometría con un gesto de vitalidad controlada. Su presencia redefine el centro del proyecto como un espacio de convivencia entre lo natural y lo construido.
La materialidad del conjunto —una paleta que combina madera, acero y luz natural como materia inmaterial— confiere al espacio una cualidad atemporal. Este equilibrio entre rigor constructivo y sensibilidad ambiental convierte al anfiteatro en la síntesis formal y conceptual del proyecto: una estructura que, al conectar niveles, conecta también modos de habitar.
La Materialidad como Expresión: Lenguaje de Texturas y Coherencia
La materialidad en el Ático V31 no opera como un recurso ornamental, sino como un sistema expresivo que articula la identidad espacial y define el carácter de cada ambiente. Los materiales elegidos actúan como mediadores entre la estructura y la experiencia sensorial, configurando una narrativa táctil que da coherencia a todo el conjunto. La honestidad en su uso, sin revestimientos simulados ni artificios superficiales, traduce la filosofía del proyecto en un lenguaje tangible de textura, peso y temperatura.
Protagonistas Materiales
La composición material se estructura en torno a tres elementos principales, cuya presencia delimita funciones, atmósferas y jerarquías visuales dentro del espacio.
Acero: Presente en la gran biblioteca y en dos plataformas horizontales de baja altura, el acero introduce un contrapunto de precisión y linealidad dentro del conjunto. Estas superficies metálicas, que actúan como planos de contemplación o apoyo, prolongan visualmente la estructura de la biblioteca, estableciendo una continuidad entre mobiliario y arquitectura. Su acabado satinado refleja la luz natural con sutileza, reforzando la sensación de profundidad y orden.
Mármol Estatuario: La cocina y la bañera, concebidas ambas como piezas monolíticas de mármol estatuario, constituyen los puntos focales del recorrido. Su masa densa y su textura pulida aportan una presencia escultórica que introduce nociones de permanencia y estabilidad. Este material, tradicionalmente asociado al lujo y a la durabilidad, se reinterpreta aquí como elemento estructurante del espacio, articulando la noción de monumentalidad doméstica con una precisión contemporánea.
Madera Maciza: Las vigas expuestas en el techo, el banco bajo la ventana y la viga transversal del baño evidencian la estructura portante y aportan un contrapunto cálido frente a la mineralidad dominante. La madera funciona como mediadora entre lo tectónico y lo sensorial: su textura irregular y su tono natural equilibran la frialdad del metal y la densidad del mármol, generando un diálogo material basado en la proporción y la temperatura cromática.
El Valor de lo Hecho a Medida
La atención al detalle y la producción artesanal constituyen un componente esencial del proyecto. Cada elemento ha sido diseñado específicamente para este espacio, evitando recurrir a soluciones estandarizadas. La cocina de mármol, las plataformas metálicas integradas a la biblioteca y la bañera escultórica son ejemplos de una metodología que concibe el diseño a medida como una extensión de la arquitectura, no como un complemento posterior.
Este enfoque asegura una coherencia formal y material en la que cada pieza cumple simultáneamente una función práctica y una función expresiva. La precisión en la ejecución, el control sobre las uniones y la continuidad de las superficies refuerzan la percepción de unidad espacial. Nada resulta accesorio: cada elemento participa en la construcción de una atmósfera donde la materialidad se convierte en instrumento de serenidad y contemplación.
La interacción entre la luz natural y las superficies nobles intensifica esta experiencia. La variación lumínica a lo largo del día transforma los materiales en superficies vivas, revelando gradaciones de tono, brillo y textura que redefinen continuamente la percepción del espacio. En esta relación entre materia y luz radica la cualidad dual del ático: un equilibrio entre precisión tectónica y sensibilidad atmosférica.
Creación de Atmósferas: La Experiencia Sensorial de la Luz y el Tiempo
La luz, concebida como materia arquitectónica, desempeña un papel esencial en la construcción de la experiencia sensorial del Ático V31. Su comportamiento a lo largo del día establece un ciclo perceptivo en el que el espacio se transforma sin perder coherencia, evidenciando la atención del proyecto hacia las variables del tiempo y la atmósfera.
Dualidad entre Día y Noche
El diseño interior está estructurado para ser vivido en dos estados lumínicos complementarios, donde la luz define el carácter emocional del espacio.
Durante el día, la iluminación natural actúa como un material estructurante. La gran claraboya y las aberturas perimetrales permiten que la luz difusa de Ámsterdam adquiera una cualidad poética al filtrarse sobre las superficies claras del interior. La homogeneidad lumínica reduce el contraste y genera una atmósfera introspectiva, propicia para la calma y la contemplación.
Durante la noche, el espacio se repliega hacia una dimensión más íntima. La iluminación indirecta, cálida y cuidadosamente controlada, sustituye a la luz natural para producir una sensación de recogimiento. Los volúmenes se suavizan, las texturas emergen y la percepción espacial se concentra en la proximidad y el confort. El resultado es una transición armónica que mantiene la coherencia del conjunto, transformando el carácter del ático sin alterar su esencia.
Relación con el Exterior
El proyecto establece un diálogo continuo con su contexto urbano y natural. Las aberturas estratégicamente dispuestas, especialmente la ventana panorámica situada en la segunda planta, articulan una relación directa con el Vondelpark y con el tejido residencial de Ámsterdam. Frente a esta apertura, un banco de madera de gran longitud y un sofá modular configuran un espacio de observación donde el interior se proyecta hacia el paisaje.
La operación no busca simplemente enmarcar la vista, sino incorporar el exterior al ritmo doméstico, integrando la variabilidad del clima, la vegetación y la luz como parte de la experiencia cotidiana. Así, el ático se convierte en una extensión perceptiva del entorno, reforzando la continuidad entre arquitectura y contexto.
Conclusión: La Materialización de un Concepto
El Ático V31 constituye una síntesis precisa entre idea y materia, entre estructura y experiencia. Su valor radica en la coherencia con la que una filosofía de serenidad se traduce en decisiones espaciales, constructivas y lumínicas.
El proyecto demuestra que la serenidad no se alcanza mediante la ausencia de estímulos, sino a través del control consciente de las proporciones, la luz y la textura. La claridad estructural, el núcleo multifuncional del anfiteatro y la selección de materiales nobles configuran un sistema arquitectónico donde cada componente cumple un papel en la construcción de un todo armónico.
En última instancia, el V31 se presenta como una arquitectura de contemplación y permanencia. Más que una vivienda, es un dispositivo espacial que media entre la ciudad y el individuo, ofreciendo un refugio de calma y conexión en el corazón urbano de Ámsterdam.
©tecnne
Fotografías: ©Frans Parthesius
Situated on Amsterdam’s iconic Vondelstraat, Ático V31 is an architectural endeavour that transcends the realm of housing, venturing into the domain of spatial experimentation. The project is conceived as an exploration of serenity and connection, not as poetic abstractions, but as verifiable spatial qualities based on light, matter and proportion. In this sense, V31 is a case study of contemporary architecture’s capacity to create a sensory and emotional experience through precise organisation, structure and materiality.
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