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Villa Savoye según Tim Benton

Villa savoye richard pare flc agadp 2025

En el texto “Villa Savoye” incluido en Les villas de Le Corbusier 1920–1930, Tim Benton analiza la evolución histórica, el proceso proyectual y constructivo, haciendo explicita la fundamentación teórica que sustenta la Villa Savoye. Benton aborda las distintas etapas de diseño, las dificultades técnicas inherentes a la ejecución de la obra y las posteriores modificaciones que condicionaron su configuración definitiva. Estudia la articulación de la villa con la propuesta urbanística corbusieriana y, en particular, con los “Cinco Puntos de la Nueva Arquitectura”, entendidos como principios rectores de una modernidad arquitectónica en consolidación. La Villa Savoye se presenta como un hito formal y como un espacio experimental en el que convergen ensayo teórico y práctica edificatoria, constituyendo un manifiesto arquitectónico que anticipa transformaciones profundas en el pensamiento proyectual del siglo XX.

Contexto Histórico y Filosófico de la Villa Savoye

“Je vois le projet de la villa Savoye comme étant le produit d’une naissance particulièrement «facile», la manifestation presque automatique de la synthèse de dix années de recherche. Que nous la dési-gnions comme la dernière villa puriste ou comme la dernière tentative pour réconcilier dans l’idéal les absolus platoniciens, la nature et l’homme, il est clair qu’elle se classe aisément comme la dernière d’une série de villas parisiennes qui ont en com-mun un certain vocabulaire formel et une certaine syntaxe du détail.”1

Encargada en 1929, por la familia Savoye, la Villa constituye un punto culminante en la trayectoria de Le Corbusier, en la medida en que condensa de manera precisa la madurez alcanzada en sus reflexiones sobre la arquitectura y el urbanismo. Benton la describen como una obra que cristaliza la claridad formal y la pureza espacial características del maestro suizo-francés, produciendo una primera impresión tan contundente que podría evocar la sobriedad estructural de las villas de Auguste Perret en la región de Poissy.

Para Benton, la Villa Savoye operó como un verdadero laboratorio proyectual en el que Le Corbusier ensayó y consolidó los principios fundamentales de su pensamiento arquitectónico. La documentación analizada revela un proceso constructivo marcado por tensiones técnicas y administrativas, que no obstante resultó decisivo para poner a prueba la viabilidad de sus postulados. De este modo, la villa puede ser entendida como obra habitacional y como campo experimental, donde teoría y praxis se entrelazan en un mismo escenario.

En términos históricos, Benton señala que Villa Savoye es una manifestación paradigmática de la arquitectura moderna, síntesis de dos décadas de exploración formal y conceptual, y vehículo para formular respuestas a las transformaciones del hábitat contemporáneo. Su articulación con los “Cinco Puntos de la Nueva Arquitectura” (pilotis, planta libre, fachada libre, ventana longitudinal y terraza jardín) la convierte en una declaración programática de un nuevo orden arquitectónico.

La obra se inscribe en un continuum dentro de la producción corbusieriana que incluye proyectos como la Maison Citrohan, la Cité du Refuge, la Cité Universitaire de París, así como las villas Meyer y Planeix. Estas realizaciones, en conjunto, permiten observar un proceso evolutivo donde la Villa Savoye representa un momento de síntesis y una apertura hacia desarrollos posteriores en la obra de Le Corbusier.

El Proceso de Diseño y sus Evoluciones

Benton describe el desarrollo proyectual de la Villa Savoye marcado por un carácter dinámico y problemático, en el que se sucedieron múltiples versiones y ajustes que evidencian la intensidad reflexiva de Le Corbusier y su equipo junto a la activa participación de los comitentes en la configuración de la obra.

En una primera etapa, entre el otoño de 1928 y los inicios de 1929, se elaboraron varios proyectos preliminares que exploraban alternativas tipológicas y distributivas. El primer esquema presentado a Madame Savoye incluía variantes significativas en la organización de la planta baja y el primer nivel, así como en la disposición del garaje y en el trazado de las rampas de acceso. Un plano fechado en noviembre de 1928 muestra, por ejemplo, una rampa con pendiente irregular que ascendía hacia el nivel principal, junto con un balcón que se prolongaba en una amplia terraza vinculada al salón, elementos que en versiones posteriores serían radicalmente transformados.

La evolución del proyecto también supuso un cambio de enfoque conceptual: de una configuración inicial que distinguía dos residencias independientes, una para la familia Savoye y otra para el chofer, se pasó a una solución unitaria en la que el alojamiento del personal se integraba en la misma volumetría. Este giro respondía a una búsqueda de síntesis tipológica, que enlaza con la observación crítica de Benton señalando que la Villa Savoye constituye el episodio culminante de una secuencia de residencias parisinas donde Le Corbusier experimentó con tipologías que más tarde influirían en la concepción de la villa suburbana, la casa de fin de semana y el chalet alpino.

El proceso proyectual estuvo condicionado por la constante intervención de Monsieur Savoye, quien planteó objeciones y exigencias de modificación que obligaron a sucesivos ajustes. Entre ellos destaca la solicitud de reducir en un 10 % la superficie del primer nivel y, correlativamente, el costo total de la obra, que generó proyectos intermedios donde se conciliaban los requerimientos económicos del cliente con la coherencia formal y espacial defendida por el arquitecto. Estas negociaciones explican la existencia de un conjunto amplio de variantes previas, cuya comparación permite apreciar la flexibilidad metodológica de Le Corbusier y su capacidad para traducir condicionantes externos en soluciones arquitectónicas consistentes.

Características del Diseño y los “Cinco Puntos”

En la visión de Benton, la Villa Savoye constituye una de las materializaciones más precisas de los “Cinco Puntos de una Nueva Arquitectura” formulados por Le Corbusier en 1927, principios concebidos para liberar el espacio interior de la carga estructural tradicional y redefinir la relación entre arquitectura, naturaleza y vida moderna.

La “planta libre” se manifiesta en la disposición flexible, donde la estructura portante queda reducida a un sistema de pilotis que asumen la totalidad de las cargas. Esta estrategia permite la supresión de muros estructurales, favoreciendo una distribución interior independiente de la lógica constructiva y una fachada concebida con plena autonomía compositiva. La planta baja ilustra este principio con particular claridad: los esbeltos soportes metálicos, dispuestos con una modulación precisa, sostienen el volumen superior mientras el garaje adopta una configuración ovalada que facilita la maniobra de los automóviles en el interior del edificio, gesto que simboliza la incorporación de la máquina en la vida doméstica.

Villa savoye © richard pare flc agadp 2025 3
Villa Savoye © Richard Pare FLC-AGADP

Las “fenêtres en longueur”, o ventanas corridas, introducen un barrido horizontal de luz que garantiza una iluminación uniforme y una apertura panorámica hacia el paisaje circundante, diluyendo los límites entre interior y exterior. Este recurso, en paralelo a las teorías higienistas del periodo, refuerza la idea de una vivienda en contacto directo con la naturaleza.

El “toit-jardin” repone en la cubierta el suelo ocupado por la construcción y se transforma en un espacio habitable al aire libre, concebido como terraza soleada y área de contemplación, pero también como elemento de aislamiento térmico que mejora el comportamiento ambiental del edificio.

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Villa Savoye © Richard Pare FLC-AGADP

La utilización de pilotis eleva el volumen principal y genera un espacio cubierto en planta baja que prolonga visualmente el terreno, permitiendo que el paisaje fluya sin interrupciones bajo la arquitectura. Esta condición otorga a la villa un carácter de objeto suspendido, desligado del suelo, que acentúa su autonomía formal.

La “fachada libre”, consecuencia directa del sistema estructural, posibilita que los cerramientos sean tratados con independencia, sin responder a condicionantes portantes ni a la compartimentación interior. Esta condición refuerza el carácter abstracto y geométrico del volumen, liberado de las ataduras de la tradición constructiva.

Finalmente, el recorrido interior se organiza en torno a la dualidad entre rampa y escalera, concebidas como dispositivos complementarios de experiencia espacial. Mientras la escalera ofrece un desplazamiento vertical inmediato y fragmentado, la rampa articula un ascenso continuo que conduce gradualmente desde la planta baja hasta la terraza-jardín. Este elemento se interpreta como un paseo arquitectónico, en el que la progresión del movimiento ofrece secuencias espaciales comparables a una promenade urbana: la rampa como calle, la terraza como plaza y el cielo como techo simbólico de la vivienda.

Aspectos Constructivos y Financieros

La materialización de la Villa Savoye puso de manifiesto las tensiones inherentes entre la concepción vanguardista de Le Corbusier y las limitaciones prácticas de la construcción de finales de la década de 1920, tanto en lo relativo a los recursos técnicos disponibles como a la capacidad financiera de los comitentes.

Desde el punto de vista económico, el proyecto atravesó un incremento sostenido de los costos. La estimación inicial de 480.000 francos, realizada en 1928, fue rápidamente superada por el presupuesto definitivo de 786.000 francos en 1929, alcanzando finalmente los 815.000 francos tras sucesivas modificaciones. Este desfase presupuestario refleja la complejidad técnica del proyecto y la dificultad de anticipar los ajustes derivados de las exigencias del cliente y de la propia evolución proyectual.

En el plano técnico, la obra evidenció deficiencias constructivas vinculadas principalmente a la impermeabilización y al control de la humedad, problemas recurrentes en las primeras experiencias modernas con cubiertas planas y cerramientos de nueva concepción. Filtraciones y pérdidas de estanqueidad afectaron la habitabilidad de la villa, obligando a intervenciones posteriores y a un seguimiento continuo por parte de Le Corbusier, quien se vio en la necesidad de revisar y adaptar soluciones constructivas ya ejecutadas.

La gestión de la obra estuvo igualmente marcada por una relación compleja entre Le Corbusier, los contratistas y la familia Savoye. El arquitecto debió introducir centenares de cambios durante la ejecución para atender las demandas de los clientes, que derivó en retrasos acumulados y en un aumento sostenido de los costos. Esta dinámica refleja el contraste entre el rigor conceptual de la propuesta y las condiciones materiales de su realización, evidenciando hasta qué punto la Villa Savoye fue tanto un manifiesto arquitectónico como un desafío práctico para la arquitectura moderna de su tiempo.

Urbanismo y Filosofía de Vida

Según el análisis de Benton, la Villa Savoye no puede comprenderse de manera aislada, sino en el marco de la visión urbanística y filosófica que Le Corbusier elaboró a lo largo de su trayectoria. La obra sintetiza, en escala doméstica, una concepción de la arquitectura concebida como pieza dentro de un sistema urbano mayor, en el que la vivienda debía responder a las necesidades del hombre en la casa y la ciudad.

El principio de que “la casa es una máquina de habitar” encuentra aquí una de sus materializaciones más rigurosas. La organización espacial, la racionalidad estructural y la introducción de elementos como la rampa, que regula la experiencia de circulación, buscan optimizar la funcionalidad del habitar moderno, reduciendo la vivienda a un dispositivo eficiente y adaptable a las exigencias de la vida contemporánea. En este sentido, la Villa Savoye trasciende el papel de residencia privada para convertirse en prototipo, es decir, en modelo experimental de un modo de habitar que Le Corbusier aspiraba a generalizar en su visión urbanística.

Al mismo tiempo, la obra responde a una dimensión estética y simbólica que el propio arquitecto asociaba a la noción de la arquitectura como “música de formas”. La pureza geométrica del volumen, la claridad compositiva de sus fachadas y la secuencia espacial articulada en la promenade arquitectónica revelan una voluntad de armonía formal que aspira a resonar con el espíritu humano. Benton describe la Villa Savoye como un punto de encuentro entre racionalidad funcional y poética visual, donde la simplicidad de los medios se traduce en una complejidad perceptiva capaz de integrar vida cotidiana, naturaleza y abstracción arquitectónica.

Planos de Villa Savoye Le Corbusier ©Paul kozlowski © FLC-ADAGP
Villa Savoye ©Paul kozlowski – FLC-ADAGP

Conclusión


Para Benton, la Villa Savoye debe entenderse como un manifiesto arquitectónico en el que convergen los principios fundacionales del Movimiento Moderno. Su proceso proyectual y constructivo, atravesado por dificultades financieras, tensiones con los comitentes y problemas técnicos de ejecución, evidencia la distancia entre la radicalidad conceptual de Le Corbusier y las condiciones materiales de la arquitectura de su tiempo.

Pese a estas limitaciones, la obra se erige como una síntesis ejemplar de los Cinco Puntos de la Nueva Arquitectura, convertidos aquí en sistema coherente que redefine la relación entre espacio, estructura y entorno. La villa cristaliza dos décadas de experimentación tipológica y formal, anticipando, en escala doméstica, las aspiraciones urbanísticas más amplias del arquitecto.

Benton sitúa la Villa Savoye como referente ineludible en la historiografía arquitectónica del siglo XX: un objeto paradigmático que conjuga racionalidad técnica y abstracción formal, y cuya vigencia radica tanto en la claridad de sus planteamientos como en la capacidad de suscitar nuevas lecturas críticas en el marco del pensamiento arquitectónico contemporáneo.

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