Arquitectura, Pensamiento Urbano y Sostenible | Tecnne

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CONTEXTOSDiseño Sostenible

Diseño biofílico como paradigma proyectual

Selgascano, Second Home Holland Park, tecnne ©Iwan Baan

El término biofilia alude a la inclinación inherente del ser humano hacia las formas de vida y los sistemas naturales. Esta noción ha sido posteriormente retomada y reformulada en el ámbito del diseño ambiental y arquitectónico, dando lugar al concepto de diseño biofílico, que propone la integración sistemática de elementos naturales en la configuración del espacio construido, con el objetivo de establecer vínculos sensoriales, cognitivos y afectivos entre el ser humano y el entorno natural. Desde una perspectiva contemporánea, el diseño biofílico se ha consolidado como una estrategia proyectual que trasciende la mera decoración con vegetación, articulándose mediante patrones reconocibles que operan a distintos niveles: visual, material, espacial y fenomenológico. Las investigaciones recientes se centran en analizar la validez teórica de esta aproximación, su codificación formal en patrones recurrentes, los beneficios fisiológicos y psicológicos asociados a su implementación, así como las limitaciones técnicas, económicas y culturales que condicionan su aplicación en tipologías diversas.

Concepto de la Biofilia y el Diseño Biofílico

El concepto de biofilia, introducido por el psicoanalista Erich Fromm, describe una inclinación emocional innata del ser humano hacia los organismos vivos y los procesos naturales. Fromm lo formuló como contraposición a la necrofilia, y lo vinculó a una actitud vital orientada hacia la creatividad, la productividad y el cuidado del entorno. En esta formulación, la biofilia no solo expresa una predisposición afectiva, sino una condición fundamental para la supervivencia y el equilibrio psíquico del individuo en relación con su entorno vital.

Décadas más tarde, el sociobiólogo Edward O. Wilson retomó y reformuló esta noción, ampliando su alcance desde la psicología hacia la biología evolutiva. En su obra Biophilia (1984), Wilson propuso que los seres humanos poseen una tendencia biológicamente determinada a vincularse con la vida y sus procesos. Esta predisposición se manifiesta en una preferencia estructural por ambientes que evocan condiciones naturales, tales como la presencia de vegetación, acceso a la luz natural, ventilación cruzada y vistas abiertas. Según su hipótesis, la desconexión con estos estímulos naturales, propia de los entornos urbanos densamente construidos,  puede generar trastornos físicos y psicológicos al disociar al ser humano de las condiciones evolutivas bajo las cuales se configuró su sistema sensorial, emocional y cognitivo.

Autores posteriores como Stephen Kellert, Judith Heerwagen y Martin Mador han consolidado esta línea de pensamiento, argumentando que la afiliación con el entorno biofísico resulta esencial para el desarrollo intelectual, emocional y espiritual del individuo. Esta perspectiva ha influido decisivamente en el surgimiento del diseño biofílico como campo de aplicación concreta en la arquitectura y el urbanismo.

El diseño biofílico se configura como una estrategia proyectual que busca reintroducir referencias naturales en el espacio construido, ya sea a través de elementos materiales como vegetación, agua, iluminación natural y ventilación, o mediante configuraciones espaciales que evocan patrones naturales. Este enfoque propone una reconfiguración del hábitat humano orientada a optimizar el bienestar físico y psicológico en contextos marcadamente artificiales. Su implementación responde a la creciente concentración de la población en entornos urbanos y al incremento del tiempo que las personas pasan en espacios interiores.

En este sentido, el diseño biofílico se presenta como una respuesta teórica y práctica a las deficiencias del entorno construido contemporáneo. Su objetivo consiste en restablecer, mediante mecanismos arquitectónicos, las condiciones ambientales que históricamente han sustentado la salud y el equilibrio de los ecosistemas humanos. El reconocimiento de los beneficios asociados a la naturaleza en términos funcionales, perceptivos y terapéuticos ha llevado a considerar su integración como una estrategia fundamental en la arquitectura contemporánea orientada al bienestar y la sostenibilidad.

Beneficios del diseño biofílico

Implicaciones para la salud, la productividad y el entorno construido

La incorporación del diseño biofílico en la arquitectura contemporánea ha sido ampliamente respaldada por investigaciones que evidencian sus efectos positivos en múltiples dimensiones del habitar humano. Su relevancia excede lo estético o funcional, constituyéndose como una respuesta necesaria a las condiciones de desconexión ambiental características del entorno urbano moderno.

Salud y bienestar

Diversos estudios señalan que el diseño biofílico incide favorablemente en el estado físico y mental de los usuarios. La exposición sistemática a elementos naturales está asociada con la reducción del estrés, la mejora del estado de ánimo y el fortalecimiento de los procesos cognitivos. Esta relación ha sido vinculada a mecanismos neurobiológicos como la producción de oxitocina y serotonina, así como a la neurogénesis inducida por ambientes que favorecen la relajación y el disfrute sensorial.

En el ámbito hospitalario, se ha observado una disminución significativa en los tiempos de recuperación postoperatoria y en el consumo de analgésicos en pacientes expuestos a vistas naturales o iluminación solar directa. La luz natural matutina, en particular, ha demostrado efectos positivos en el tratamiento de trastornos afectivos como la depresión bipolar. Asimismo, la variabilidad térmica y la circulación de aire que replica patrones propios del entorno natural, contribuyen al confort térmico percibido, promoviendo una experiencia espacial activa y estimulante.

El diseño biofílico también ofrece ventajas en términos de calidad ambiental interior. La incorporación de vegetación permite mejorar la acústica al reducir el ruido no deseado, y puede actuar como barrera contra contaminantes acústicos externos. Del mismo modo, una adecuada ventilación y distribución espacial pueden contribuir a reducir afecciones respiratorias y mitigar la transmisión de enfermedades en contextos domésticos o colectivos.

Productividad y rendimiento cognitivo

En contextos laborales y educativos, el diseño biofílico ha sido correlacionado con mejoras en el rendimiento, la creatividad y la concentración. En oficinas con acceso visual a áreas verdes, los trabajadores han mostrado incrementos en la memoria operativa y en la capacidad de resolución de tareas. Se han reportado mejoras en la productividad de hasta un 8%, lo que subraya su valor funcional más allá del confort perceptivo.

En entornos escolares, la presencia de plantas, luz natural y control acústico ha sido asociada con incrementos significativos en la tasa de aprendizaje, la retención de información y el desempeño en áreas como matemáticas, ciencias y ortografía. La calidad del aire, regulada por la vegetación, y la reducción del ruido ambiental a través de soluciones naturales contribuyen a generar espacios que favorecen el enfoque y reducen la sintomatología del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Calidad ambiental y sostenibilidad

Desde una perspectiva ecológica, el diseño biofílico promueve prácticas constructivas orientadas a mejorar la calidad ambiental del hábitat. La inclusión de techos verdes, sistemas de reutilización de aguas pluviales y fachadas vegetales contribuye a la mitigación del efecto isla de calor urbano y a la mejora de la eficiencia energética de los edificios.

Las cubiertas vegetadas, además de reducir la impermeabilización del suelo, funcionan como amortiguadores térmicos y acústicos, mientras que las fachadas verdes pueden actuar como filtros ambientales que regulan la radiación solar y retienen partículas suspendidas en el aire. Estas soluciones integradas permiten repensar la relación entre arquitectura y entorno desde una lógica regenerativa y no extractiva.

Patrones del diseño biofílico

El diseño biofílico constituye un enfoque sistemático que se fundamenta en la aplicación de patrones específicos cuya función es orientar el proceso proyectual en la articulación de atributos del entorno natural y del ambiente edificado. Estos patrones configuran un marco operativo que permite traducir los principios de la biofilia en estrategias espaciales y materiales capaces de incidir de forma directa en la calidad ambiental, el bienestar psicosensorial de los usuarios y la habitabilidad de los espacios.

La clasificación más extendida agrupa estos patrones en tres categorías conceptuales: naturaleza en el espacio, analogías naturales y naturaleza del espacio. Cada una de ellas plantea aproximaciones distintas a la integración del entorno natural, ya sea mediante presencia directa, evocación simbólica o estructuración espacial basada en principios ecológicos.

Naturaleza en el espacio: Contempla la presencia física e inmediata de elementos naturales en el entorno construido. Incluye recursos como vegetación viva, cuerpos de agua, fauna, brisas, sonidos naturales, aromas y condiciones lumínicas que remiten al medio ambiente. El patrón de conexión visual con la naturaleza resulta esencial, ya que provee estímulos visuales que permiten descansar la atención dirigida, favoreciendo la restauración cognitiva. La visualización directa de jardines, paisajes o cuerpos de agua se asocia con respuestas neurofisiológicas positivas, tales como la activación de zonas cerebrales relacionadas con el placer y la reducción del estrés. Por su parte, el patrón de conexión no visual actúa a través de canales auditivo, olfativo, táctil o gustativo y se implementa con menor frecuencia, aunque también favorece el bienestar psicofísico.

Analogías naturales: Se refiere a la representación abstracta o simbólica de formas, texturas, materiales y patrones propios del entorno natural. Aquí se enmarcan el patrón de formas y patrones biomórficos que emplea motivos orgánicos derivados de geometrías naturales para fomentar la afinidad visual y la estimulación cognitiva, y el de materiales vinculados a la naturaleza, que promueve el uso de recursos constructivos de origen natural, poco procesados, cuya huella geológica o biológica sea reconocible y remita a un sentido de pertenencia territorial. Estos recursos tienen un efecto cognitivo y emocional que se traduce en mayor confort y desempeño funcional. Ejemplos concretos incluyen superficies en madera natural, texturas pétreas o mobiliario con geometrías orgánicas. También se destaca la aplicación de patrones morfológicos, como estructuras hexagonales que evocan panales o panelería con relieves inspirados en sistemas naturales.

Naturaleza del espacio: Se orienta a la configuración espacial basada en principios que rigen la experiencia del paisaje natural. Incluye patrones como el panorama, que propone vistas abiertas a la distancia para facilitar el reconocimiento del entorno y la anticipación, y el refugio, que busca generar microespacios de protección y recogimiento dentro del entorno edificado. Estos patrones operan sobre la experiencia del espacio, generando condiciones perceptivas de control, seguridad y prospectiva. Dentro de esta categoría se incorpora también el patrón de variaciones térmicas y corrientes de aire, que introduce oscilaciones ambientales que replican fenómenos naturales, reforzando la dimensión sensorial de la arquitectura mediante estrategias como ventilación cruzada, control manual de aberturas, climatización pasiva o utilización de vegetación como filtro climático.

Dos ejemplos de diseño biofílico

El concepto rector en la disposición espacial de la biblioteca de la escuela Hankou se fundamenta en la metáfora de “colocar un bosque”, que actúa como principio generador tanto formal como funcional. Las estanterías, de trazado curvilíneo e irregular, se conciben como una transposición arquitectónica del bosque ubicado en el patio central. En correspondencia con esta analogía, el recorrido perimetral en torno a las estanterías reproduce, a escala arquitectónica, el sistema de senderos que bordean un bosque.

Esta disposición introduce una dimensión experiencial en la que el lector se desplaza dentro de una estructura que remite simbólicamente a una configuración natural. Las oquedades generadas por las variaciones geométricas de las estanterías permiten ampliar la capacidad de almacenamiento, al tiempo que habilitan zonas de lectura intersticiales que diversifican las condiciones espaciales del acto de leer.

El diseño busca una continuidad entre espacio construido y entorno natural mediante la extensión del ambiente de lectura hacia el exterior. Esta relación se materializa en la incorporación de una barra de lectura dispuesta a lo largo del pasillo, orientada hacia el bosque, que permite al usuario mantener el vínculo visual y simbólico con el paisaje, integrando así experiencia lectora y contexto ambiental.

Ubicado en un entorno con una carga simbólica asociada a la historia cinematográfica, el proyecto Second Home Holland Park se plantea como una ampliación destinada a habilitar un espacio de trabajo colectivo, incorporando instalaciones compartidas y áreas de descanso dispuestas en terrazas con vegetación ubicadas entre los volúmenes preexistentes.

Elementos arquitectónicos como escaleras, claraboyas, un puente y una enredadera plantada por Richard Rogers en el patio constituyen fragmentos tangibles de intervenciones pasadas que, al ser preservadas, se integran como capas significativas en la narrativa histórica del conjunto edificado, valorizado como vestigio de una arqueología arquitectónica contemporánea.

La intervención supuso la ampliación del entresuelo existente, incorporando nuevas claraboyas, con el objetivo de maximizar la entrada de luz natural tanto para los usuarios como para los dieciocho árboles plantados en el patio, cuya presencia refuerza la dimensión ecológica y biográfica del lugar. Uno de los desafíos técnicos consistió en cubrir una porción significativa del patio sin comprometer la vitalidad de la enredadera existente. La solución adoptada fue la implementación de una cubierta transparente de doble capa, diseñada en colaboración con el ingeniero medioambiental Adam Ritchie. Para garantizar el aislamiento térmico sin interferir con la transmisión de luz, se optó por llenar el espacio intersticial entre ambas capas con una solución de burbujas de jabón, constituyendo una estrategia experimental que articula sostenibilidad, tecnología y preservación vegetal.

Limitaciones y desafíos en la implementación del diseño biofílico

La aplicación de estos patrones no se plantea como un procedimiento normativo, sino como un sistema de referencias que orienta la toma de decisiones proyectuales en función de las condiciones contextuales, funcionales y expresivas de cada proyecto.

A pesar del consenso creciente respecto a los beneficios del diseño biofílico en términos de bienestar humano y calidad ambiental, su aplicación práctica enfrenta una serie de obstáculos estructurales, económicos, normativos y culturales que comprometen su incorporación sistemática en los procesos de planificación y diseño arquitectónico.

Uno de los obstáculos más recurrentes es el predominio de criterios de rentabilidad inmobiliaria por sobre los de calidad ambiental. En muchos contextos urbanos, la presión por maximizar la superficie construida conduce a configuraciones espaciales densificadas, carentes de iluminación natural, ventilación cruzada o espacios ajardinados. En edificaciones existentes, la incorporación de vegetación viva o sistemas biofílicos activos puede requerir soluciones técnicas cuyo costo disuade su implementación, motivando alternativas como el uso de vegetación artificial, que si bien conserva el valor simbólico, pierde eficacia en términos funcionales y ecológicos.

A escala global, la integración de la biofilia en la planificación urbana y arquitectónica carece de una base normativa consolidada. En muchos casos, las regulaciones urbanísticas no reconocen explícitamente la necesidad de integrar elementos naturales, o lo hacen de forma ambigua, sin mecanismos eficaces de control ni criterios técnicos claros sobre su implementación.

La escasa difusión del concepto de biofilia entre profesionales del diseño, educadores y usuarios constituye una barrera epistemológica que limita su adopción. Estudios de caso revelan un bajo nivel de conocimiento entre docentes y estudiantes sobre los principios biofílicos, a pesar de reconocer, de manera intuitiva, que el contacto con la naturaleza mejora las condiciones del entorno educativo. Esta contradicción pone en evidencia la necesidad de fortalecer la formación académica en diseño ambiental y la producción de marcos conceptuales accesibles y aplicables en contextos locales.

La morfología, materialidad y configuración estructural de las edificaciones existentes pueden dificultar seriamente la implementación de intervenciones biofílicas, sobre todo cuando dichas construcciones no fueron concebidas con criterios de flexibilidad o adaptabilidad. La carencia de aberturas para ventilación e iluminación, la disposición perimetral del edificio, o el uso de materiales que no permiten la integración simbólica o física de elementos naturales, constituyen limitaciones técnicas que sólo pueden ser superadas mediante una reestructuración profunda, frecuentemente costosa o inviable.

La aplicación eficaz de patrones biofílicos requiere un conocimiento profundo del espacio arquitectónico en sus dimensiones funcionales, simbólicas y técnicas. Sin esta comprensión, la implementación puede derivar en una incorporación superficial o contradictoria con las condiciones estructurales del proyecto.

Aplicaciones del diseño biofílico en tipologías arquitectónicas

La versatilidad del diseño biofílico ha permitido su incorporación, tanto en propuestas proyectuales como en intervenciones ya realizadas, en diversos tipos de espacios arquitectónicos. En todos los casos, su objetivo principal es optimizar la calidad del hábitat mediante la integración consciente de elementos naturales o sus equivalentes simbólicos, promoviendo el bienestar físico, psicológico y ambiental de los usuarios. Las investigaciones recientes destacan su potencial específico en tres áreas clave: la vivienda, los espacios comerciales y los entornos educativos.

Las estrategias de diseño biofílico aplicadas a viviendas han sido propuestas como instrumentos para reformular las normativas urbanas vigentes, en particular aquellas que regulan el uso de superficies libres. La ausencia de jardines, ventilación cruzada o iluminación natural tiene consecuencias directas sobre la calidad del aire interior y la salud de los habitantes, comprometiendo los principios mínimos de habitabilidad definidos por organismos internacionales.

En el ámbito comercial el diseño biofílico ha sido adoptado como estrategia diferenciadora que potencia la experiencia sensorial del usuario. Esto se traduce en espacios que buscan estimular respuestas emocionales positivas, generando atmósferas confortables y saludables. La clasificación cualitativa de estos espacios ha incluido dimensiones como tierra, agua, aire, fuego, luz, vegetación, aromas y percepciones espaciales, lo que demuestra la amplitud y la aplicabilidad transversal de los patrones biofílicos en este tipo de arquitectura.

El ámbito educativo representa uno de los escenarios donde el diseño biofílico puede desplegar con mayor claridad sus beneficios sociales y cognitivos. La inclusión de elementos naturales reales o simbólicos en espacios educativos ha demostrado su eficacia en la mejora del rendimiento académico, la concentración, la retención de información y la reducción de la fatiga cognitiva.

Conclusiones

El diseño biofílico, fundamentado en la noción de una conexión inherente entre los seres humanos y el entorno natural, constituye una aproximación proyectual que ha cobrado relevancia frente a las condiciones de artificialidad, aislamiento sensorial y deterioro ambiental propias del entorno construido contemporáneo. Su potencial radica en la articulación sistemática de patrones espaciales, materiales y simbólicos que buscan restituir una relación significativa entre el usuario y los procesos vivos.

Los beneficios del diseño biofílico a nivel individual, funcional y ambiental son multidimensionales. No obstante, su implementación enfrenta múltiples barreras estructurales que requieren transformaciones en la cultura proyectual, en los marcos normativos y en la formación académica.

El diseño biofílico debe entenderse como un paradigma proyectual con implicaciones profundas para la arquitectura del presente y del futuro. Su institucionalización constituye una condición necesaria para garantizar la habitabilidad sustentable de los entornos construidos en el contexto actual de crisis ambiental, sanitaria y urbana.

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Imagen de portada: Selgascano, Second Home Holland Park, tecnne ©Iwan Baan

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