El color en arquitectura, Gerrit Rietveld
Gerrit Rietveld expresa su punto de vista sobre el uso del color en arquitectura. Para Rietveld, el color en arquitectura tiene un significado distinto al que tiene en pintura, porque determina el efecto espacial del edificio en función de la mayor absorción de la luz en algunas superficies en contraste con la mayor reflexión de otras. Rietveld considera que el mejor ejemplo del uso del color en la arquitectura contemporánea se encuentra en la obra de Le Corbusier.
Gerrit Rietveld, el color en arquitectura
El color en arquitectura tiene un significado completamente distinto al que tiene en pintura, y sus implicaciones también son completamente distintas a las que conlleva la elección del color por motivos psicológicos, aunque este aspecto no debe ignorarse. Del mismo modo, las distinciones de color en la industria tienen una función muy diferente.
El color en arquitectura, incluso cuando se trata del color de una capa protectora, sirve para determinar el efecto espacial del edificio.
La arquitectura puede ser sencilla espacialmente de dos formas fundamentales: en lo acústico y lo visual. Respecto al color, sólo nos preocupamos del espacio visible: en el interior y en el exterior. Un espacio ilimitado y vacío no existe. Debo admitir con franqueza que, en la práctica, no se da nunca un espacio así, porque existe siempre, al menos, un suelo, pero, de momento, me gustaría plantearlo desde el punto de vista teórico. Una fuente de luz no puede iluminar el interior y el perímetro de un espacio vacío sin que exista un material reflectante. El efecto de la luz en el espacio depende del material, y el efecto espacial del material depende de la luz que ilumina el espacio.
Esta es, pues, la esencia del aspecto visible de la arquitectura con relación al color, porque son una sola cosa y la misma: la luz reflejada por el material lo hace siempre con un color, porque absorbe parte de la luz blanca. El ojo, por ejemplo, distingue el espacio, la forma y el color; el espacio puede percibirse como en, alrededor o entre, la forma como convexa, cóncava o plana; y el color como rojo, amarillo y azul (los colores primarios).
En arquitectura, en teoría, sucede lo siguiente: cuanto más claro y puro es el arquitecto, menos precisa el color, excepto cuando el color natural de los materiales utilizados en el edificio han dado como resultado un efecto espacial arquitectónico demasiado débil. El efecto espacial, sin embargo, suele mejorar gracias al color, debido a la mayor absorción de algunas superficies en contraste con la mayor reflexión de otras; este principio puede aplicarse también a la iluminación artificial.
El mejor ejemplo que puedo ofrecerles del uso del color en la arquitectura contemporánea es Le Corbusier. Consigue aportar un acento espacial alegre aquí y allá a su hormigón gris y desnudo, con un resultado que iguala el uso del color en las catedrales góticas. En su caso, la colaboración del pintor, el escultor y el arquitecto se reúnen en una misma persona: algo que, en general, no creo que sea una situación ideal, pero que resulta fascinante cuando alcanza este nivel excepcionalmente alto.
Me gustaría concluir diciendo algo acerca de mi propio método.
Para cada superficie escojo las propiedades reflectantes que aseguran una distribución favorable de la luz, que también depende de la función del interior del espacio o la habitación en cuestión. Este hecho debe tenerse en cuenta tanto de día como de noche y, en ambos casos, en el interior y en el exterior. Determino la cualidad reflectante utilizando distintos tonos de gris: más claro para la forma que es preciso destacar y más oscuro para lo superfluo. Más tarde, un experto, un pintor, puede aconsejarme a la hora de escoger los colores que reemplazarán a esos tonos grises por otros que tengan sus misma luminosidad.
No puedo asegurar que este método conduzca finalmente a una integración aceptable del color en la arquitectura, especialmente porque el gusto artístico es esencial en este caso, y es imposible establecer reglas definidas para el gusto artístico. Las vicisitudes de la vida también son impredecibles.
La elección del color no puede estar gobernada por reglas si ha de ser un acto vivo de creatividad. Al fin y al cabo, tales reglas son el producto de la contemplación de las obras de arte.
La única prueba del valor de un efecto cromático o de una obra de arte e general es que nos proporcione un placer continuado.
Extracto de la conferencia de Gerrit Rietveld reproducida por la Revista 2G, números 39/40
Fotografía de portada: ©Archivo Domus, noviembre de 1962
Fotografías: ©F. Panzini 2011
Dibujos: Gerrit Rietveld/Centraal Museum Utrecht
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