La posición de Peter Zumthor sobre la arquitectura se centra en la experiencia sensorial y la integración del edificio en su entorno, entendiendo la arquitectura no como un objeto aislado sino como una parte esencial del tejido de la vida. Su visión implica una profunda reflexión sobre el papel del arquitecto, la relación entre el edificio y su contexto, y la importancia de crear espacios que resuenen con las vivencias de las personas. Su obra plantea una relación corpórea con la vida, entendiendo la arquitectura como un trasfondo sensible en el que el espacio construido se integra de manera natural con su entorno. Los edificios de Zumthor buscan establecer un diálogo con el lugar en el que se emplazan y con la memoria de quienes las experimentan, articulando una interacción entre el sentimiento y la razón a través del tiempo.
La Arquitectura como Experiencia Sensorial: Un Análisis de la Visión de Peter Zumthor
La memoria y la experiencia sensorial constituyen aspectos fundamentales en la arquitectura de Peter Zumthor, influyendo tanto en su proceso de diseño como en su comprensión del espacio y los materiales. Sus recuerdos de la infancia, cargados de detalles sensoriales, sirven como referencia en su trabajo, permitiéndole recrear atmósferas significativas en sus proyectos.
Zumthor rememora imágenes y sensaciones de su niñez, que no se limitan a lo visual, sino que abarcan experiencias multisensoriales en las que intervienen sonidos, olores y texturas. La cocina, en particular, se erige como un espacio cotidiano fijado en su memoria, en el que la atmósfera se fusiona con su representación mental del concepto de cocina. Estas experiencias tempranas configuran su concepción de la arquitectura como un fenómeno vivido y sentido, más allá de su dimensión formal.
La materialidad desempeña un papel central en su obra. Para Zumthor, los materiales no son elementos inertes, sino portadores de significado y cualidades expresivas. Su aproximación busca liberar la esencia de los materiales sin mediaciones culturales, estableciendo relaciones formales y simbólicas entre ellos y el objeto arquitectónico. La tangibilidad, el olor y la expresión táctil constituyen elementos esenciales en su lenguaje arquitectónico, mediante los cuales los materiales adquieren nuevos significados dentro de un contexto específico.
El sonido es otro componente sensorial relevante en su arquitectura. Zumthor recuerda con precisión los sonidos característicos de distintas puertas al cerrarse, algunos suaves, otros chirriantes o contundentes. Estos recuerdos auditivos reflejan la importancia del sonido en la construcción de una experiencia arquitectónica integral, donde la atmósfera resulta de la interacción de múltiples factores sensoriales.
La luz se presenta como un recurso clave en la definición del espacio. Entre sus memorias destaca la luz en la cocina de su infancia, descrita como el único espacio realmente luminoso de la casa, con un techo que no se difuminaba en una luz indirecta. Esta experiencia temprana influye en su manera de abordar la iluminación en sus proyectos, donde la luz no solo modela los volúmenes, sino que contribuye a la creación de atmósferas específicas.
En su proceso de diseño, Zumthor recurre a sus recuerdos para interrogarse sobre la precisión y el significado de situaciones arquitectónicas vividas en el pasado. No busca replicar arquitecturas preexistentes, sino evocar atmósferas mediante una exploración profunda de los materiales, la luz y la forma. Su propósito es concebir edificios que funcionen como receptáculos sensibles para la vida, en los que se integren la cadencia del movimiento, la concentración en el trabajo y el sosiego del descanso.
Desde esta perspectiva, la arquitectura es entendida como un arte del ensamblaje, en el que la calidad de las uniones entre las partes determina la coherencia del objeto final. Zumthor aspira a crear edificaciones en las que cada detalle contribuya a la comprensión del todo. Los detalles no son concebidos como ornamentos, sino como articulaciones que permiten captar la esencia del conjunto arquitectónico.


Las Atmosferas de Peter Zumthor
Para Peter Zumthor, la «atmósfera» en la arquitectura es un concepto central que trasciende la mera forma o función de un edificio. Se refiere a la cualidad sensorial y emocional que un espacio evoca en quienes lo experimentan, siendo fundamental para la comprensión y vivencia de la arquitectura. La atmósfera resulta de la interacción de diversos elementos:
Recuerdos y vivencias: Las experiencias personales y sensoriales constituyen una fuente esencial en la creación de atmósferas. Recuerdos de la infancia, como el picaporte de una puerta, la textura del suelo, los sonidos ambientales y la luz en un espacio determinado, sirven de referencia en la configuración de lugares con significado.
Materiales: Más allá de su función constructiva, los materiales poseen cualidades expresivas que contribuyen a la atmósfera de un lugar. Su empleo, textura, olor y capacidad sensorial desempeñan un papel fundamental en la generación de determinadas sensaciones. La esencia del material se manifiesta en su tangibilidad, su fragancia y su expresión táctil, trascendiendo las reglas de la composición.
Luz: La incidencia de la luz sobre las superficies, la creación de sombras y la definición del espacio afectan la percepción y la experiencia emocional del entorno construido. La luz puede suscitar sensaciones de calidez, intimidad o amplitud, estableciendo una relación directa con la atmósfera del lugar.
Sonido: Los sonidos ambientales contribuyen a la construcción de una atmósfera arquitectónica. El sonido de una puerta al cerrarse, el eco de los pasos o el murmullo del viento influyen en la percepción y en la experiencia del espacio.
Detalles: Los encuentros constructivos, las juntas y los remates no solo cumplen una función técnica, sino que también aportan a la atmósfera del edificio. Unos detalles bien resueltos permiten la comprensión del conjunto, expresando conceptos fundamentales como copertenencia, separación, tensión, ligereza, fricción, solidez o fragilidad.
Relación con el lugar: La integración del edificio con su entorno es un factor clave en la generación de atmósferas. Una arquitectura arraigada en su contexto, que dialoga con el paisaje y con su historia, adquiere una presencia particular que enriquece su atmósfera.
La atmósfera incide de manera significativa en la experiencia del espacio. Puede evocar emociones específicas, generando sensaciones de calma, alegría, recogimiento o melancolía. Una atmósfera rica en significados permite que las personas establezcan un vínculo con el espacio. Los lugares dotados de una atmósfera distintiva trascienden su condición física para convertirse en entornos vivenciales. La atmósfera influye en la manera en que se percibe un espacio. Un entorno con una atmósfera bien definida se experimenta de manera más serena y sin prejuicios, propiciando la emergencia de recuerdos y sensaciones profundas.
La relación entre forma y función en la arquitectura de Peter Zumthor
En la arquitectura de Peter Zumthor, la relación entre forma y función es compleja y se articula de manera que ninguno de los dos aspectos predomine sobre el otro, sino que se complementen para generar una experiencia arquitectónica significativa.
Zumthor considera la función del edificio un elemento esencial en el proceso de diseño, aunque no el único determinante. Su arquitectura busca responder de manera precisa y crítica a las demandas del uso, el lugar y la sociedad en la que se inserta. Así, su enfoque se fundamenta en una racionalidad práctica accesible a todos, sin limitarse a la mera resolución de necesidades funcionales, sino aspirando a dotar los espacios de una dimensión emocional y poética.
La forma en su arquitectura no responde a decisiones arbitrarias, sino que emerge de la comprensión de las necesidades del usuario, las características del entorno y las propiedades de los materiales. En este sentido, la forma no constituye un fin en sí misma, sino un medio para configurar espacios funcionales con un significado sensorial y emocional. En sus edificios, la forma y la construcción se conciben como un todo indivisible. No se pueden separar el aspecto y la función, ya que ambos se condicionan mutuamente. La forma debe expresar la idea fundamental del proyecto, ya sea copertenencia o separación, tensión o ligereza, fricción o solidez.
La arquitectura de Zumthor trasciende la funcionalidad para priorizar la experiencia sensorial. La forma se convierte en un recurso para generar atmósferas significativas que estimulen los sentidos y susciten emociones. En este proceso, los materiales, la luz, los sonidos y los detalles constructivos desempeñan un papel esencial. Su enfoque se aleja de la imposición de estilos arquitectónicos predeterminados. En su práctica, la búsqueda de la forma adecuada responde a cada proyecto específico, su contexto y su función. La forma surge de la propia lógica constructiva y de las condiciones que la determinan.
También pone énfasis en la importancia de la precisión en los detalles, permitiendo que la riqueza de los materiales y la superposición de estratos expresen su propia esencia. Esta meticulosidad no se opone a la apertura y la indeterminación, sino que las potencia. La belleza no reside únicamente en la forma, sino en la relación sustancial entre materialidad, función y contexto. La arquitectura debe ser un soporte sensible para la vida, un espacio en el que se integren el ritmo del movimiento, la concentración del trabajo y la serenidad del descanso. La forma debe favorecer estas actividades y contribuir a la creación de un entorno propicio para la existencia. Para Zumthor, la arquitectura no es un mero signo o mensaje, sino una manifestación física de la relación entre el cuerpo y el espacio habitado.


La arquitectura como parte integral del entorno
Peter Zumthor concibe la arquitectura como una práctica inseparable del entorno, en la que los edificios no son objetos autónomos, sino elementos que configuran la experiencia del lugar. Su enfoque se sustenta en diversas estrategias que permiten articular una relación significativa entre la obra arquitectónica y su contexto.
Enraizamiento en el Lugar: Para Zumthor, la arquitectura debe surgir del análisis detallado del sitio, considerando su historia, estructura y cualidades sensoriales. La integración con el entorno no implica mimetización, sino la construcción de una relación de tensión con lo preexistente, generando sentido en la percepción del usuario. Un edificio que responde a estas premisas se presenta como una extensión del lugar, reforzando su identidad y pertenencia.
Relación con la Historia: Cada nueva construcción interviene en una realidad histórica que no puede ser ignorada. La calidad de esta intervención radica en su capacidad de establecer vínculos con lo existente, permitiendo que el edificio no solo dialogue con el pasado, sino que lo resignifique en el presente. Esta relación implica un proceso de rememoración, en el que la arquitectura actúa como mediadora entre distintas temporalidades, ofreciendo nuevas formas de experimentar el contexto.
Sensibilidad al Contexto: La arquitectura debe responder tanto a las condiciones físicas del entorno como a sus aspectos sensoriales y sociales. Zumthor enfatiza la importancia de materiales, luz, sonidos y texturas que caracterizan un lugar, pues estos elementos no solo configuran la percepción del espacio, sino que también contribuyen a la construcción de su atmósfera. La obra arquitectónica, de este modo, no se limita a resolver funciones prácticas, sino que participa activamente en la experiencia del usuario.
La Arquitectura como Receptáculo de la Vida: La arquitectura, en la visión de Zumthor, debe acoger la vida y registrar su transcurrir a través del tiempo. Los edificios no son entidades inmutables, sino espacios que permiten la apropiación y transformación por parte de quienes los habitan. La interacción con los materiales y la acumulación de huellas del uso aportan una dimensión temporal a la obra, dotándola de una riqueza que se construye en la convivencia con los usuarios.
Presencia del Edificio en el Mundo: Zumthor entiende los edificios como entidades que adquieren una presencia específica en el entorno, sin necesidad de elementos añadidos que refuercen su significado. Un edificio logra su plenitud cuando «descansa en sí mismo», es decir, cuando su percepción es natural y sin artificios retóricos. La arquitectura, en este sentido, no debe imponerse como portadora de un mensaje externo, sino existir como parte del mundo de las cosas, afirmando su materialidad y su relación con el entorno.
La Experiencia Sensorial en la Arquitectura: Más allá de resolver necesidades funcionales, Zumthor busca que sus espacios estimulen los sentidos y generen experiencias significativas. La arquitectura no se reduce a una composición visual, sino que involucra el cuerpo y la percepción sensorial en su totalidad. La atmósfera de un edificio emerge de la relación entre sus materiales, proporciones y condiciones ambientales, configurando un espacio que trasciende su utilidad inmediata.
Arquitectura sin Retórica Personal: Zumthor plantea una arquitectura que prescinde de la expresión individual del arquitecto una vez concluida la obra. El edificio debe hablar por sí mismo, sin depender de una narrativa impuesta por su autor. De este modo, se convierte en parte del mundo de las cosas, permitiendo que quienes lo experimentan establezcan su propio vínculo con el espacio, sin la mediación de una interpretación ajena.
Equilibrio entre lo Local y lo Global: La arquitectura debe responder simultáneamente a las especificidades del lugar y a las dinámicas globales. Un edificio que se limita a reproducir las condiciones locales sin confrontarlas con un discurso más amplio corre el riesgo de volverse endogámico. Por otro lado, una obra que se orienta exclusivamente hacia tendencias globales sin arraigo en su contexto pierde la capacidad de generar una experiencia sensorial significativa. Para Zumthor, la arquitectura debe situarse en un punto de tensión entre ambos extremos, logrando un equilibrio que permita la interacción entre la identidad del lugar y la apertura al mundo.
Peter Zumthor y el rol del arquitecto
Según Peter Zumthor, el papel del arquitecto va más allá de la mera construcción de edificios; se trata de un creador de espacios con significado, que entiende la arquitectura como una parte integral de la vida y el entorno. Su enfoque se relaciona con las tradiciones de la arquitectura y el diseño de una manera crítica y reflexiva, buscando aprender de la historia sin dejarse paralizar por ella.
El arquitecto como investigador y creador: Zumthor se ve a sí mismo como un investigador que busca comprender las cualidades esenciales de los materiales, los lugares y las funciones, para luego traducirlos en formas arquitectónicas con sentido. El arquitecto debe indagar en las experiencias sensoriales y emocionales relacionadas con la arquitectura, desde la infancia hasta el presente, para encontrar las bases de su propio trabajo. Para Zumthor, la genuina substancia nuclear de la arquitectura surge de la emoción y la inspiración, aunque ambas emergen a través del trabajo paciente.
El arquitecto como constructor de atmósferas: El arquitecto debe ser capaz de crear atmósferas ricas y significativas, que estimulen los sentidos y generen emociones. No basta con resolver problemas prácticos, sino que es necesario crear espacios que inviten a la reflexión y a la experiencia. Para ello, el arquitecto debe prestar atención a los detalles constructivos, los materiales, la luz y los sonidos.
El arquitecto como intérprete del lugar: El arquitecto debe comprender la historia, la estructura y las características sensoriales del lugar donde se inserta el edificio. Su papel es establecer un diálogo entre el edificio y su entorno, creando una relación de tensión que genere sentido. El edificio debe formar parte del mundo de las cosas, sin ser un elemento ajeno.
El arquitecto como artesano: Zumthor valora el saber de los constructores, artesanos e ingenieros, y busca proyectar edificios que hagan justicia a su conocimiento y que les planteen un desafío. El arquitecto debe prestar atención al arte del ensamblaje, a las geometrías ocultas, a la fricción de los materiales y a las fuerzas internas de las estructuras. La exactitud en el detalle es un aspecto fundamental en su enfoque, entendiendo que los detalles no son decoración sino elementos que conducen a la comprensión del todo.
El arquitecto frente a la tradición: Zumthor no busca repetir las formas del pasado, pero reconoce el valor del saber y la experiencia que se encuentran en la historia de la arquitectura. Su enfoque es selectivo y crítico, utilizando la tradición como una fuente de inspiración y aprendizaje, no como una camisa de fuerza. El arquitecto debe conocer la historia para poder superarla y crear algo nuevo. Su trabajo no es ahistórico.
El arquitecto como un ser en el mundo: La arquitectura, para Zumthor, debe tener una relación corporal con la vida. El arquitecto también es un ser en el mundo, y debe reconocer que está siempre dentro de un mundo de cosas. El acto de proyectar se basa en un continuo juego conjunto de sentimiento y razón. El arquitecto debe hacer las cosas que le corresponden, dejar que las cosas hagan valer sus derechos, buscando la exactitud de la visión y la verdad en la experiencia sensorial real.


La visión de Zumthor sobre la arquitectura
Para Zumthor, la arquitectura es ante todo una experiencia sensorial. Los edificios deben estimular los sentidos, generar emociones y proporcionar un trasfondo para la vida. Esto implica prestar especial atención a los materiales, la luz, los sonidos y las texturas. El arquitecto debe buscar crear atmósferas que inviten a la reflexión y a la experiencia, más allá de la mera solución de necesidades prácticas.
La integración en el entorno: Los edificios no deben ser objetos aislados, sino parte integral de su entorno. Esto requiere un profundo análisis del lugar, su historia, estructura y características sensoriales. Los edificios deben dialogar con su entorno, estableciendo relaciones de tensión y respeto con lo preexistente. Un edificio bien integrado es aquel que «parece decir: ‘soy como tú me ves y pertenezco a este lugar'».
El arquitecto como intérprete y artesano: El arquitecto, según Zumthor, es un investigador que busca comprender las cualidades esenciales de los materiales, los lugares y las funciones para traducirlos en formas arquitectónicas con sentido. También es un artesano que valora el conocimiento de los constructores e ingenieros, buscando que sus edificios hagan justicia a su saber. La exactitud en el detalle es fundamental en su enfoque, entendiendo que los detalles no son decoración sino elementos esenciales para la comprensión del todo.
La relación con la historia: Zumthor no busca repetir las formas del pasado, pero reconoce el valor de la historia de la arquitectura como fuente de aprendizaje e inspiración. Su enfoque es crítico, utilizando la tradición como punto de partida para la innovación y la búsqueda de la autenticidad. Cada edificio es una intervención en una situación histórica, y debe establecer relaciones con lo ya existente, respetando el proceso de la rememoración.
La búsqueda de la autenticidad: Zumthor busca crear edificios que hablen por sí mismos, sin necesidad de la retórica personal del arquitecto. El arquitecto debe aspirar a que sus obras sean una parte del mundo de las cosas, que tengan una presencia especial y que no necesiten añadiduras artificiales.
La belleza como una cualidad intrínseca: La belleza, para Zumthor, no es algo que se pueda imponer a un edificio, sino que debe surgir de sus cualidades intrínsecas. La belleza se manifiesta como una sensación, un estado del espíritu, que está relacionado con el sentir del hombre. Es una experiencia que ocurre sin querer, un recorte de la realidad donde todo está en su sitio y nada estorba.
El equilibrio entre lo local y lo mundial: Los edificios deben equilibrar lo local con lo mundial. Aquellos que solo repiten lo que su lugar les indica, están faltos de confrontación con el mundo, y las obras que solo hablan del curso del mundo, sin hacer vibrar el lugar donde se levantan, carecen de anclaje sensorial.
Conclusión
La visión de Zumthor sobre la arquitectura plantea una reflexión sobre el papel del arquitecto como creador sensible, reflexivo y crítico. Su enfoque trasciende la idea del edificio como un objeto aislado y lo concibe como parte integral del entorno y de la vida de las personas. La arquitectura, en su concepción, es una experiencia sensorial y una forma de habitar el mundo, en la que los edificios deben resonar con la historia, el lugar y la vida misma. La clave de su propuesta radica en la comprensión profunda de los materiales, la historia del sitio y las necesidades de los usuarios, buscando autenticidad, integración y una relación armónica con el contexto. Su obra invita a considerar la arquitectura como un componente esencial de la experiencia humana, donde la vida y el entorno convergen.
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