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Filippo Brunelleschi, el origen de la arquitectura moderna

Brunelleschi Capilla Pazzi ©Marcelo Gardinetti

La figura de Filippo Brunelleschi constituye un punto de inflexión en la historia de la arquitectura occidental. Situada en el umbral entre la tradición medieval y el Renacimiento, su trabajo estableció soluciones de problemas técnicos inéditos como la construcción de la cúpula de Santa Maria del Fiore en Florencia, y promovió la formulación de un sistema arquitectónico completamente nuevo, basado en la integración de tres pilares fundamentales: la normalización de los elementos constructivos según los órdenes clásicos, la organización modular y geométrica del espacio y la invención de la perspectiva lineal como herramienta de representación objetiva. A diferencia de los maestros de obras medievales, Brunelleschi concibió la arquitectura como una disciplina intelectual, regida por principios racionales y dirigida por la figura central de un proyectista único. Su idea metodológica se manifestó en la separación entre teoría y práctica, y en el uso de modelos y representaciones visuales que eliminaban la interpretación ambigua de los operarios. Obras como el Hospital de los Inocentes, la Sacristía Vieja de San Lorenzo y la Capilla Pazzi se erigen en manifiestos construidos de esta nueva arquitectura, donde la claridad geométrica y la armonía proporcional se convierten en fundamentos perceptibles y verificables. Brunelleschi instauró una nueva mentalidad proyectual que transformó el estatuto de la arquitectura en el marco de las artes.

Filippo Brunelleschi: Arquitecto de Dos Mundos

Filippo Brunelleschi (1377-1446) es una de las figuras decisivas en la transición entre la tradición constructiva medieval y el lenguaje arquitectónico del Renacimiento. Su papel implicó una redefinición integral de los procedimientos técnicos y de los fundamentos formales de la arquitectura. Los testimonios coetáneos, recogidos por Giorgio Vasari en sus Vidas, lo presentan mediante una dualidad significativa: por un lado, como un ingeniero dotado de un ingenio mecánico excepcional, capaz de idear soluciones inéditas para problemas constructivos de enorme complejidad; por otro, como el “antiquae architecturae instaurator”, el restaurador de los principios de orden, proporción y racionalidad propios de la antigüedad clásica.

En su faceta técnica, Brunelleschi destacó por la invención de dispositivos mecánicos destinados a la elevación y transporte de materiales, imprescindibles para la ejecución de obras de gran envergadura como la cúpula de Santa Maria del Fiore en Florencia, una de las hazañas estructurales más notables de la arquitectura occidental. Su labor se caracteriza por la experimentación con sistemas constructivos no documentados en la tradición previa y por la aplicación de un método basado en la observación directa y en el cálculo práctico.

Su aproximación humanista lo llevó a recuperar las lógicas compositivas de la arquitectura romana, reinterpretándolas en clave contemporánea. El recurso a la modulación geométrica, la atención a la simetría y la aplicación de órdenes proporcionales revelan un esfuerzo consciente por dotar a los espacios de un orden intelectual. Como esta intención metodológica no podía resolverse mediante los métodos tradicionales de obra, Brunelleschi se vio obligado a establecer un nuevo modo de proyectar y construir, donde la concepción arquitectónica y el control técnico de la ejecución quedaban integrados bajo una misma figura, anticipando la noción moderna de autoría arquitectónica.

La revolución del método: una nueva mentalidad

La innovación más determinante de Filippo Brunelleschi consiste en la formulación de un nuevo sistema de pensamiento aplicado a la construcción. Frente al modelo empírico y cooperativo propio de los gremios medievales, introdujo un rigor de carácter científico, estableciendo una jerarquía donde el arquitecto adquiría un rol intelectual y rector, mientras que los artesanos y albañiles quedaban relegados a la ejecución material de las tareas. De este cambio metodológico emergen tres principios fundamentales:

La Responsabilidad única: Brunelleschi concentró en su persona la totalidad de la responsabilidad técnica y administrativa, supervisando no solo la geometría de la obra, sino también aspectos prácticos como la calidad de los ladrillos, la composición de la argamasa o las condiciones de trabajo en altura, tal como testimonia Antonio Manetti.

La Separación entre teoría y práctica: Se consolidó por primera vez una distinción clara entre el proyecto intelectual, entendido como la concepción del diseño y su lógica geométrica, y la ejecución material confiada a los operarios. El arquitecto dejó de ser un maestro de obras para convertirse en una instancia directiva superior.

Una Comunicación visual precisa: Consciente de la necesidad de reducir la mediación interpretativa de los artesanos, Brunelleschi desarrolló modelos tridimensionales en cera, barro o madera, junto a dibujos detallados que fijaban de manera inequívoca las formas y proporciones a ejecutar.

Este método requería un nuevo lenguaje arquitectónico capaz de expresar su racionalidad que Brunelleschi halló en el estudio sistemático de las ruinas romanas, donde identificó principios de orden, simetría y proporción que integrarían su práctica proyectual.

Filippo Brunelleschi y los principios fundacionales de la arquitectura renacentista

La obra de Filippo Brunelleschi constituye un punto de inflexión entre la tradición medieval y el inicio de la arquitectura renacentista. Su revolución metodológica se basó en tres pilares: la aplicación rigurosa de la geometría, el retorno crítico a la antigüedad clásica y la invención de la perspectiva lineal. A ello se sumó una dimensión técnica inédita, que lo convirtió en el primer arquitecto moderno, capaz de asumir la concepción formal y la responsabilidad constructiva de sus proyectos.

La normalización de los elementos clásicos

El acercamiento de Filippo Brunelleschi a la tradición romana debe entenderse como una relectura crítica orientada a recuperar sus principios de orden, proporción y claridad compositiva. Su innovación más significativa radicó en la normalización de los elementos arquitectónicos: en lugar de proyectar capiteles, columnas o arcos de manera singular para cada edificio, estableció un repertorio limitado de piezas modulares, derivadas de los órdenes clásicos, susceptibles de ser reproducidas y combinadas en distintas configuraciones.

Este proceso de estandarización, que redujo su léxico casi exclusivamente al orden corintio, modificó de manera radical el papel del arquitecto. Frente a la práctica gótica, caracterizada por la invención continua de soluciones y la proliferación de variantes formales, el sistema de Brunelleschi liberaba al proyectista de la tarea de diseñar innumerables elementos para un fin determinado, permitiéndole concentrar su atención en la organización espacialy en las relaciones proporcionales que articulaban el conjunto.

En el gótico, las proporciones y formas de cada pieza solían resolverse durante el proceso constructivo, un suceso que producía una notable diversidad y cierta dispersión de recursos. El principio de Brunelleschi fijaba los elementos a priori según modelos clásicos, asegurando coherencia formal y economía proyectual.

No es casual que Brunelleschi fuera celebrado como restaurador de la arquitectura antigua a partir de su procedimiento de sistematización: columnas, pilastras, capiteles, entablamentos, cornisas y arcos fueron definidos de antemano con proporciones estables inspiradas en la tradición antigua, para ser utilizados de manera coherente en distintos organismos arquitectónicos.

La articulación de estos elementos en asociaciones típicas, los órdenes arquitectónicos, garantizó la construcción de espacios claros y unitarios, donde la estructura formal podía ser percibida de manera inmediata. La preferencia reiterada de Brunelleschi por el corintio revela una voluntad de simplificación y homogeneidad que reforzaba la legibilidad de sus composiciones.

La normalización establecida por Brunelleschi estableció una herramienta metodológica destinada a redefinir la práctica arquitectónica, que mutó de la invención formal constante a la composición racional de un espacio regido por reglas geométricas y proporcionales.

Geometría, modulación y proyección en la arquitectura de Brunelleschi

La estandarización de los componentes arquitectónicos en la obra de Filippo Brunelleschi fue un recurso operativo que permitió construir un espacio gobernado por la geometría. Brunelleschi recurrió a figuras elementales como el cuadrado y el círculo, y a la repetición de módulos como unidad de medida, generando sistemas compositivos claros, legibles y racionales.

Este principio respondía a una necesidad de inteligibilidad arquitectónica. Tal como señaló Leonardo Benevolo, para Brunelleschi “es esencial que todas las relaciones espaciales puedan ser leídas de inmediato”.

La claridad geométrica convertía el espacio en un orden perceptible y comprensible para el observador. En el Hospital de los Inocentes, la modulación estricta del pórtico, la reiteración de intercolumnios iguales y la simplicidad de las proporciones hacen que la experiencia espacial se identifique con la lectura inmediata de la lógica compositiva.

Uno de los aportes más decisivos de Brunelleschi fue la introducción de una metodología de proyección fundada en principios geométricos y métricos. En lugar de acumular medidas parciales, definía únicamente aquellas que correspondían a las incógnitas fundamentales del organismo arquitectónico. El Hospital de los Inocentes se concibió como una “ecuación de dos incógnitas” (planta y alzado), mientras que la Sacristía de San Lorenzo y la Capilla Pazzi se estructuraron como sistemas de tres incógnitas (dos referidas a la planta y una al alzado).

En todos los casos, las cotas fundamentales se expresaron en números enteros de brazas florentinas, que reforzaba la claridad y la confirmación del sistema. La arquitectura quedaba reducida a un esquema geométrico elemental, cuadrado o rectangular, donde la posición de los elementos normalizados se fijaba a priori. Este procedimiento, que integra todas las escalas de medida en un sistema métrico unitario, traslada al terreno constructivo el ideal perspectivo, y consolida la equivalencia entre representación, proyección y edificación.

Innovación técnica y el nuevo rol del arquitecto

Brunelleschi fue también un técnico e inventor extraordinario, célebre por sus “plures machinae divino ingenio ab eo adinventae” las numerosas máquinas inventadas con divino ingenio. Su obra más emblemática, la cúpula de Santa Maria del Fiore, inauguró un modo de concebir la construcción como empresa intelectual y tecnológica.

Entre sus aportes técnicos destacan el aparejo “a espina de pez” para la disposición de los ladrillos y la invención de máquinas de elevación basadas en cilindros y tornillos sin fin, que permitieron superar limitaciones materiales y sentaron las bases de la ingeniería moderna.

Al transformar el rol del arquitecto como responsable único de la forma, la estructura y la decoración, se distanció de los ejecutores manuales y se identificó con la nueva clase dirigente, configurando el modelo del arquitecto humanista e intelectual.

La perspectiva lineal: la objetividad en la representación del espacio

A Filippo Brunelleschi se le atribuye la sistematización de la perspectiva lineal, concebida como un método racional para traducir la percepción visual en una representación geométrica verificable “según aparecen a los ojos del hombre en función de la distancia”. Esta herramienta, inicialmente ensayada en experimentos pictóricos, se convirtió en la base metodológica de su arquitectura, donde adquirió funciones decisivas.

Fundamento científico y redefinición del concepto de forma

Los biógrafos del siglo XV le atribuyen dos célebres tablas demostrativas, hoy perdidas, en las que aplicó su regla de perspectiva para representar el Baptisterio y la Plaza de la Señoría. Frente a la tradición óptica medieval cargada de referencias teóricas superfluas como las de Ghiberti, Brunelleschi propuso un procedimiento objetivo y geométrico, sustentado en elementos referenciales (punto de fuga, líneas de proyección, contornos de distancia) que preceden a la representación concreta.

Este método implicó una mutación conceptual: el término forma, que en la escolástica medieval remitía a la esencia metafísica, pasó a entenderse como figura geométrica mensurable (“forma vel essentia” a “forma vel figura”). La perspectiva inauguró un régimen visual donde el espacio ya no dependía del simbolismo, sino de la racionalidad matemática.

Perspectiva lineal

Funciones arquitectónicas de la perspectiva

En su traslación a la arquitectura, la perspectiva adquirió tres funciones esenciales que transformaron de raíz la práctica proyectual:

Unificación del espacio: El edificio dejó de concebirse como una suma de partes autónomas como en la tradición medieval, para convertirse en un organismo coherente, articulado en torno a una lógica espacial continua y proporcional.

Objetivación del diseño: La representación en perspectiva sustituyó procedimientos intuitivos por un método calculable, fijando posición y forma de manera inequívoca. Esto permitió formular el proyecto como un entramado de relaciones previamente determinadas.

Refuerzo geométrico: La repetición rítmica de columnas, arcos y módulos proporcionales encontró en la perspectiva un medio de lectura privilegiado, que amplificaba la percepción del orden interno y hacía visible la estructura lógica del edificio.

Consecuencias metodológicas

La perspectiva, aplicada desde obras tempranas como el Hospital de los Inocentes (1419) y la Sacristía de San Lorenzo (1419-1428), derivó en un sistema integrado de principios que incluía la normalización de elementos y la modulación geométrica. Entre sus efectos más relevantes se encuentran:

Selección de caracteres esenciales: priorización de lo geométrico y proporcional sobre lo decorativo o puramente métrico.

Articulación racional: definición del proyecto como red de correspondencias claras, expresadas en un sistema de medidas a priori.

Medibilidad y ritmo: uso de relaciones simples y repetitivas que garantizan claridad espacial y legibilidad visual.

Normalización de elementos: adopción de órdenes clásicos y proporciones enteras, equivalentes arquitectónicos del campo cuadriculado de la perspectiva pictórica.

Ideal perspectivo como sistema métrico: integración de distintas escalas en una única trama de cotas, consolidando el proyecto como unidad métrica.

Arquitectura como arte visual: inscripción de la disciplina en el nuevo sistema de las artes junto a la pintura y la escultura, definida por su especificidad figurativa.

La conjunción entre normalización de elementos y espacio perspectivo continuo estableció un paradigma que dominó la arquitectura occidental durante más de cuatro siglos. La decisión de Brunelleschi de subordinar la figuración arquitectónica a un espacio geométrico homogéneo e infinito constituyó un cambio epistemológico que redefinió el estatuto mismo de la arquitectura en la modernidad.

Los principios en acción: tres obras ejemplares

La comprensión plena del impacto de Brunelleschi exige el examen directo de algunas de sus realizaciones más significativas, en las que los principios teóricos se traducen en soluciones arquitectónicas concretas. Tres edificios en particular Constituyen auténticos manifiestos de su método, cada uno asociado a un aspecto central de su pensamiento: el Hospital de los Inocentes, la Sacristía de San Lorenzo y la Capilla Pazzi.

Principios teóricos y constructivos del Hospital de los Inocentes

El Hospital de los Inocentes (Ospedale degli Innocenti), proyectado a partir de 1419 por encargo del Arte della Seta, constituye la primera obra de envergadura en la que se documenta con claridad el cambio metodológico que marca el inicio de la arquitectura renacentista. Aunque la construcción comenzó en 1421 y sufrió modificaciones por parte de continuadores hasta 1424, los principios teóricos y constructivos formulados por Brunelleschi en el diseño del pórtico, permanecen reconocibles y sistemáticos.

Principios constructivos del diseño: el pórtico

La intervención de Brunelleschi se concentró en la configuración del pórtico y en la disposición general del edificio, que retomaba el esquema tradicional de los hospitales medievales, caracterizado por un pórtico exterior y la organización en torno a dos claustros.

  • Módulo y estructura cuadrada: El pórtico está articulado en nueve campatas (figura que enlaza las impostas de la bóveda, las bases de las columnas y los puntos correspondientes en la pared del fondo) de planta cuadrada, en las cuales las impostas de las bóvedas, las basas de las columnas y los puntos correspondientes en la pared del fondo mantienen una modulación rigurosa.
  • Uso de bóvedas vaídas: En lugar de las crucerías góticas, Brunelleschi empleó bóvedas vaídas, introduciendo una nueva concepción espacial y una simplificación constructiva en relación con las soluciones precedentes.
  • Arcos de medio punto y racionalización altimétrica: La adopción del arco de medio punto, en oposición a la tradición ojival, impone una lógica proyectual donde cada elemento se concibe como una unidad autónoma. La relación entre la luz del vano y la flecha del arco queda fijada en el arranque, de manera que todas las cotas altimétricas derivan de una única medida: la altura del pie derecho de los arcos.
  • Órdenes clásicos y adaptación medieval: La obra refleja un uso parcial de los órdenes clásicos. Las columnas del pórtico, concebidas aún como elementos aislados al modo medieval, carecen de un entablamento completo y se coronan con una moldura recta. Sin embargo, Brunelleschi introduce un orden completo de pilastras y entablamento para enmarcar la arquería de la fachada, estableciendo así un encuadre frontal del vano total que remite a modelos de la Antigüedad.

Principios teóricos y metodológicos

El Hospital de los Inocentes se presenta como un laboratorio en el que Brunelleschi ensaya los fundamentos de una metodología arquitectónica basada en la precisión métrica y la normalización de proporciones.

  • Normalización de medidas y cifras enteras: El proyecto se estructura sobre la braza florentina como unidad de referencia, con dimensiones expresadas en números enteros y redondos. El intercolumnio corresponde a 10 brazas, mientras que la altura de las columnas alcanza aproximadamente 9 brazas.
  • Proyección con incógnitas fijas: El sistema proyectual distingue dos variables independientes: la dimensión planimétrica, determinada por el lado de la campata, y la dimensión altimétrica, definida por la altura del pie derecho. Esta autonomía entre planta y alzado constituye una “ecuación de dos incógnitas”, inusual en la tradición precedente.
  • Relación entre elementos plásticos y composición: En esta fase inicial, la integración entre los elementos plásticos y la composición general del edificio aún resulta experimental. Las alturas de los arcos y la del frontis no se relacionan de manera sistemática, en contraste con las obras posteriores de Brunelleschi, donde la correspondencia entre elementos estructurales y compositivos adquiere mayor rigor.
  • Normalización tipológica de los elementos: El proyecto se inscribe en la búsqueda de Brunelleschi por fijar un repertorio de elementos normalizados, susceptibles de ser reutilizados en diferentes contextos arquitectónicos, lo que permitía centrar el proceso proyectual en la resolución de las particularidades de cada edificio.

Principios teóricos y metodológicos de la Sacristía de San Lorenzo

La Sacristía de San Lorenzo, iniciada hacia 1419 y concluida en 1428, constituye uno de los primeros ensayos en los que Filippo Brunelleschi aplica de manera sistemática los fundamentos de la nueva arquitectura renacentista. La obra se vincula estrechamente con sus investigaciones sobre cubiertas cupuladas y refleja un cambio metodológico que, más allá de la innovación formal, introduce un procedimiento de proyección racional y mensurable.

Composición geométrica y métrica

La sacristía se organiza como un organismo de tres incógnitas, donde las proporciones se determinan de forma abstracta y con independencia de la configuración de los paramentos murales.

  • Planta y cubierta: El espacio principal se resuelve mediante un cuadrado cubierto por cúpula, acompañado de un vano secundario, la escarcela, también cuadrado y con cúpula, que establece un equilibrio compositivo entre unidad y articulación.
  • Medidas fundamentales: La composición depende de tres magnitudes: el lado del cuadrado mayor de aprox. 20 brazas florentinas, o 19½ si se mide desde ejes de pilastras; el lado del cuadrado menor de 8 brazas, derivadas del intercolumnio y la altura del orden arquitectónico que fija la cota de imposta de las bóvedas.
  • Sistema de números enteros: Todas las medidas principales fueron seleccionadas para expresarse en valores enteros de brazas, lo que evidencia la voluntad de definir un sistema modular preciso, sin recurrir a construcciones geométricas abstractas desvinculadas de la realidad constructiva.
  • Imposta única: La cornisa del orden recorre el perímetro de ambos vanos y establece una línea continua que unifica el arranque de las cubiertas.

Normalización de elementos y articulación espacial

La obra aplica la normalización de elementos clásicos, basas, fustes, capiteles, entablamentos, con el objetivo de racionalizar la articulación espacial.

  • Contraste cromático: El espacio se estructura mediante la oposición entre la piedra serena de pilastras y arcos y el enlucido blanco de los paramentos, que refuerza la legibilidad de los elementos portantes.
  • El orden como principio generador: Las pilastras funcionan como elementos primarios que condicionan la disposición de los muros, reafirmando su papel estructurador.
  • Independencia de las aristas: La colocación precisa de las pilastras angulares otorga autonomía a las esquinas y define la transición entre los volúmenes.
  • Uso de ménsulas: Allí donde los intercolumnios son excesivos, los arquitrabes se prolongan apoyándose en ménsulas, recurso que sustituye apoyos secundarios y evita sobrecargar los paramentos.
  • Subordinación de elementos menores: Ventanas, medallones y cornisas se disponen de manera tangente a los componentes principales, subordinándose a la modulación del orden.
  • Cubierta a creste e vele: La cúpula principal, ejecutada con aristas y vaídas, permite la apertura de óculos en las lunetas y se organiza mediante doce nervios que subdividen la superficie hemisférica. Los casquetes mayor y menor arrancan tangentes a los arcos de sostén, determinando con exactitud sus volúmenes.

Innovación metodológica y tensiones en la ejecución

La Sacristía de San Lorenzo constituye un ejemplo paradigmático del nuevo método proyectual de Brunelleschi, donde los detalles se conciben en función del sistema general de proporciones.

  • Libertad en la composición: A la normalización de elementos constructivos corresponde una notable libertad en su asociación, que permite múltiples combinaciones sin alterar la coherencia del conjunto.
  • Proyecto como entramado de cotas: El diseño se plantea como un sistema de medidas fijadas a priori, configurando un entramado unitario que traduce en términos técnicos el ideal perspectivo del arquitecto.

La obra evidencia también tensiones entre la visión sistemática de Brunelleschi y la tradición de los ejecutores. Los medallones y puertas diseñados por Donatello introducen un lenguaje de raigambre gótica, basado en el relieve acentuado, que contrasta con la pureza lineal de la arquitectura. Asimismo, la puerta que vincula la sacristía con el transepto interrumpe una de las pilastras angulares, un problema de enlace que probablemente se resolvió una vez concluida la sacristía.

Principios teóricos y arquitectónicos de la Capilla Pazzi

La Capilla Pazzi, cuya construcción se inició probablemente entre 1429 y 1430 y permaneció inacabada tras la muerte de Filippo Brunelleschi en 1446, constituye una prolongación lógica de los experimentos de racionalización geométrica desarrollados previamente en la Sacristía de San Lorenzo. Su diseño se fundamenta en una rigurosa construcción métrica y en la sistematización de los elementos arquitectónicos, que consolidan un método proyectual que define la espacialidad y la articulación del conjunto.

Sistema de composición basado en vano con cúpulas

El esquema espacial de la Capilla Pazzi se organiza, al igual que en San Lorenzo, en torno a dos vanos con cúpulas, uno principal y otro secundario, articulados axialmente.

  • Planta rectangular: A diferencia de la planta cuadrada de la Sacristía, el espacio principal adopta una configuración rectangular, introduciendo una variante tipológica dentro de un mismo sistema formal.
  • Cubierta y bóvedas: Los espacios laterales, dispuestos a lo largo del rectángulo mayor, se cubren mediante bóvedas de cañón, que acompañan el despliegue de la cúpula central.
  • Dependencia métrica: La composición se define a partir de tres medidas fundamentales, dos en planta y una en alzado, independientes entre sí y expresadas en números enteros de brazas florentinas, reafirmando el rigor modular del proyecto.
  • Proporciones constantes: El intercolumnio entre las pilastras que enmarcan la cúpula mayor mide aproximadamente 19 ½ brazas, valor análogo al de la Sacristía de San Lorenzo, que indica la continuidad de criterios métricos entre ambas obras.
  • Determinación volumétrica: Los arcos que sustentan las bóvedas son de medio punto perfecto, de modo que la forma queda definida desde la imposta hasta la clave, eliminando indeterminaciones constructivas.

Normalización de elementos y articulación espacial

La Capilla Pazzi aplica de manera rigurosa el principio de normalización de elementos constructivos, basas, fustes, capiteles, entablamentos, utilizándolos como instrumentos de modulación y de articulación espacial.

  • Uniformidad decorativa: La innovación principal respecto a San Lorenzo reside en la repetición sistemática del esquema compositivo, el vano cupulado menor sobre el mayor en las cuatro paredes, lo que otorga una marcada homogeneidad.
  • Tarima perimetral: El plinto de una braza de altura y profundidad, dispuesto en torno al vano mayor, cumple la doble función de asiento perimetral, cuando la capilla funcionaba como sala capitular, y de plano nivelador para el arranque uniforme de las pilastras.
  • Orden arquitectónico: El orden alcanza un total de 15 brazas (13 para la pilastra y 2 para el entablamento, incluyendo el plinto), lo que supone un incremento respecto a la Sacristía y confiere mayor esbeltez al conjunto.
  • Relaciones proporcionales: La proporción entre el intercolumnio menor (5 brazas) y la altura del orden es de 1:3, criterio que condiciona el trazado de los vanos secundarios, como ventanas y medallones.
  • División del pavimento: Los intercolumnios se señalan en el suelo mediante tiras de piedra de gran precisión, reforzando la legibilidad geométrica de la planta.

Ejecución y variante del pórtico

La ejecución de la capilla, prolongada tras la muerte de Brunelleschi, introdujo modificaciones relevantes, en particular en la fachada y el pórtico.

  • Proyecto inicial: La fachada estaba concebida como un paramento liso, en el que las bóvedas de cañón laterales debían quedar vistas, expresando al exterior la volumetría interna.
  • Construcción del pórtico: El pórtico fue añadido en 1461 como variante, con el objetivo de articular la entrada sin ocultar la cúpula. Su diseño se vincula a continuadores de Brunelleschi y probablemente a un dibujo suyo, aunque las formas del ático sugieren la intervención de Giuliano da Maiano.
  • Relación métrica: Los intercolumnios del pórtico replican las dimensiones de los intercolumnios interiores, garantizando la coherencia entre ambos ámbitos.

La Capilla Pazzi, junto con la Sacristía de San Lorenzo y el Hospital de los Inocentes, documenta el proceso de transformación metodológica emprendido por Brunelleschi: un modelo de composición arquitectónica que reduce la complejidad del edificio a un esquema geométrico simple, capaz de ordenar la disposición de elementos normalizados y de hacer inmediatamente legibles las relaciones espaciales.

El legado de una metodología revolucionaria

La aportación esencial de Filippo Brunelleschi puede sintetizarse en fijar la representación del espacio a través de la perspectiva lineal y organizarla mediante elementos normalizados derivados de la antigüedad clásica. Esta operación constituyó una ruptura radical con el sistema constructivo medieval, basado en la acumulación empírica de soluciones parciales, y abrió el camino hacia una arquitectura concebida como disciplina intelectual.

Con Brunelleschi, la arquitectura dejó de ser un oficio compartido entre gremios para integrarse en el nuevo sistema de las artes visuales, en diálogo con la pintura y la escultura. Se convirtió en un arte de carácter moderno, fundado en la razón, la proporción y la claridad geométrica, y dirigido por la figura unificadora de un proyectista que asumía tanto la concepción como la autoridad sobre la ejecución.

El análisis de Brunelleschi permite comprender el nacimiento de una forma de pensamiento arquitectónico centrada en el ser humano y en su capacidad de medir, comprender y ordenar el espacio. Este giro metodológico y conceptual transformó la práctica de la construcción y definió uno de los fundamentos intelectuales de la modernidad.

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Bibliografía

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