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ARQUITECTURAEnsayos

Peter Zumthor, experiencia sensorial en las termas de Vals

Peter Zumthor, Thermes of Vals ©Fernando Guerra FS+SG

Vals Thermal Baths, Peter Zumthor

Peter Zumthor se define a sí mismo como un fenomenólogo, un término que describe la cualidad de su obra y le confiere una dynamis propia. En sus trabajos, Zumthor realiza una exploración objetiva de fenómenos subjetivos, como la experiencia y las percepciones, para establecer en el espacio arquitectónico esa influencia física y emocional. Inmerso en un universo profesional dominado por vertientes que abrazan un modelo capitalista corporativo, Peter Zumthor adhiere a un regionalismo artesanal. Entiende el paisaje como un acontecimiento cultural en el que debe ensayar una contemplación afectiva, para desarrollar un proceso de valoración sobre los efectos que la arquitectura puede causar.

Marcelo Gardinetti | 6 de enero de 2021

Así como hay “una magia en la pintura, en la poesía y en el cine”, Peter Zumthor intenta develar el sortilegio que subyuga cada lugar; lo material y corpóreo; las cosas táctiles; sus sonidos y sus olores; la alquimia que suscitan los elementos reales para que transmute al espacio arquitectónico.

La forma adecuada para el objeto que se quiere construir nacer de las características físicas del lugar, la tradición de sus construcciones y el uso de materiales locales. Por lo tanto, la inspiración es resultado de coaptar en su arquitectura su propio punto de vista sobre la vivencia del lugar, y la actitud emplazar el edificio debe revelar ese carácter armónico, de tensiones controladas, de modo que la arquitectura se funda en el paisaje y juntos establezcan un nuevo lugar.

Este enfoque relega la forma arquitectónica a la resultante armónica entre esos universos, adaptados a un uso programático. El cuerpo de la arquitectura se convierte en una presencia física donde el uso de los materiales no es solo el embalaje del organismo arquitectónico sino un instrumento que fomenta la empatía entre el hombre y el espacio construido. Porque los materiales locales contienen un tiempo impregnado que trasmiten al espacio arquitectónico.

Las asociaciones perceptivas de la materia se formulan mediante la participación de la luz, el sonido y la temperatura física y psíquica. La luz permite conciliar los espacios radiantes con las zonas tenues y dar forma definida a los objetos a través de las sombras. El sonido ofrece variables según las características de los materiales y la forma del espacio. La temperatura física está vinculada a las cualidades de la materia, pero Peter Zumthor también habla de “temperar”, de buscar una “afinación” en sentido figurado, donde la apofenia de los elementos en el interior del espacio alcance diferentes grados de intimidad. Para alcanzar ese fin, Zumthor evalúa las cualidades de los elementos enraizados con el pasado del sitio mediante modelos de escala intermedia, y así descubrir el carácter rememorativo que permita a los habitantes descubrir esas asociaciones en el espacio de forma natural.

Las termas en Vals

El valle de Vals encierra en sus montañas manantiales de aguas termales que hace más de un siglo son utilizadas con fines terapéuticos. En los años 60, un grupo privado construyó un hotel para potenciar el caudal turístico de las termas. Sin embargo, los vaivenes de la economía mellaron la administración y en los años 80 el hotel pasó a manos del municipio. Poco tiempo después, la comuna convocó a un concurso de arquitectura para incorporar una nueva infraestructura que permita potenciar las cualidades de los baños termales. Finalmente, el consejo asesor adjudicó la obra a Peter Zumthor.

Peter Zumthor propone construir un edificio que forme parte de la vida de las personas que habitan el lugar; que se convierta en parte de su entorno para perpetuarse en el tiempo. El área de intervención ocupa un paisaje milenario, que conjuga en su geología los estratos de piedra y las aguas que la surcan. Este rasgo ofrece a Zumthor los condimentos ideales para establecer un “diálogo crítico” con el edificio. Los elementos del entorno se incorporan al diseño de la obra, aunque la montaña es el elemento determinante. Representa un tiempo ancestral, inmóvil. Un tiempo necesario para crear “atmosferas” y encontrar la energía que guíe la obra.

Montaña, piedra y agua se encadenan para alcanzar una exegesis arquitectónica. La piedra y el agua son componentes ideales para nutrir la fenomenología de Zumthor. La piedra como envoltorio del edificio, un instrumento físico de cualidades táctiles operables. El agua incorpora al espacio el rumor de su paso, variables de temperatura y el vapor propio de las aguas termales.

El diseño de Peter Zumthor ofrece una variedad inusual de espacios con presencia, donde el visitante pueda alcanzar una disposición de ánimo en concordancia con el espacio arquitectónico. Visto desde el valle, el edificio se muestra como un monolito ahuecado en la ladera montañosa; desde la cima, el edificio se disipa en la ladera. Horada la montaña para componer un espacio habitable en su interior, con ranuras que dejan paso a la luz natural. Para ello, aplica recortes geométricos que delatan la acción del hombre sobre la naturaleza.

Los cuerpos de piedra que forman una gran placa horizontal están dispuestos de manera geométrica, para estructurar el espacio interior y evitar zonas laberínticas. Son 15 volúmenes aislados, dispuestos en una secuencia de recorrido, de perspectiva controlada, que garantiza la autonomía funcional de cada elemento y su significado. Entidades cerradas y abiertas que se entremezclan en un espacio continuo sobre el “suelo” de la montaña.

Los pesados muros de piedra soportan las losas de cubierta con naturalidad. Están ejecutados entre el hormigón y la piedra de manera alternada. Los paramentos que dan al interior de la montaña son de hormigón; cuando se liberan hacia la ladera son ejecutados en piedra extraída del lugar, tallada en piezas alargadas que siguen las vetas de la roca, en proporciones que semejan los tablones de madera de diferentes grosores.

No es una piel, sino un muro estructural ejecutado con bloques alineados sin mortero. El duro gneis gris-verdoso fue sometido a un proceso de expoliación para exaltar su cualidad táctil; después fue ensamblado en líneas continúas moduladas para que los muros se perciban como una sola pieza, pero ejerzan una enérgica diferencia con la piedra trabajada por la naturaleza. De ese modo, el edificio mantiene por dentro y por fuera una misma dialéctica que diluye los límites entre interior y exterior.

Se accede a los baños termales desde del hotel, a través de un túnel oscuro que dispone la transición entre el exterior y el interior de la montaña. A medida que se avanza, el sonido del agua presagia la llegada a las termas. En el fondo, un muro de piedra pone límite al espacio de transición. A la derecha se encuentra el acceso a los vestuarios, formado por cinco cubículos alineados, nexo obligado para acceder a los baños termales. Una rampa escalonada permite el acceso lento y ceremonioso desde los vestuarios a la zona de baño.

En el interior de la montaña la luz es exigua. Peter Zumthor baña cada espacio con distintas intensidades de luz para revelar texturas y colores de manera diferente. El ingreso de luz natural se produce a través de la cubierta y en los vanos de fachada. La cubierta separada unos pocos centímetros de los muros permite que la luz rasgue la piedra con líneas que marcan diferentes cualidades en el espacio y facilitan transiciones entre los diferentes cuerpos. El contraste ente las áreas en penumbras y las iluminadas permiten cualificar los espacios, e inducir al visitante a organizar su propio recorrido interno.

El recorrido interior de las termas es un “viaje de descubrimientos”. Una secuencia de pasajes con perspectiva visual controlada exalta la dependencia entre los espacios e induce al usuario a un recorrido que desnuda la temporalidad del día a través de la variable de la luz, en un espacio invadido por el sonido del agua.

La piscina principal ocupa el centro del conjunto, mientras varias transiciones determinan cualidades diferentes en relación a su función; espacios luminosos y abiertos en las áreas de carácter social; pequeños y en penumbras en los espacios de relajación. Zumthor compone una atmósfera diferente en cada volumen, de modo que la experiencia vivencial de cada espacio sea única.

Agua y la luz se asocian a un color para componer cada escenario: el espacio central es de un verde-azul potenciado por la iluminación cenital; el espacio para beber agua es de color naranja refulgente; en los baños de agua caliente el color rojo tiñe los muros; en los baños de agua fría domina el azul.

El agua que corre sobre la piedra produce un sonido tipificado, siempre diferente. La iluminación personalizada se ciñe a la piedra para consumar la cualidad distintiva de cada espacio. Los bancos de piedra se funden con los muros y el suelo en una unidad perceptiva, mística, donde el vapor de agua semeja la bruma que invade los riscos, para completar una atmosfera autóctona solo alterada por el bronce de las barandas y los accesorios.

Peter Zumthor se define como un fenomenólogo que expone en cada edificio su espíritu perceptible. Esa cualidad revela un carácter ambiguo, en tanto la capacidad perceptiva está limitada a la constitución biológica de las personas que visitan el lugar. Por esta razón, la mística que exalta no es unívoca en el visitante, porque depende de sensaciones versátiles.

Sin embargo, en las termas de Vals, Peter Zumthor vivifica cualidades inalterables. El edificio es un instrumento espacial injertado en la masa montañosa, que fomenta su espíritu místico a través de resonancias y variaciones lumínicas. El espacio se impregna de luz sobre la masa rocosa, mientras el agua incita con el peso del sonido, para moldear un juego de vaivenes auditivos, visuales y olfativos atípico y sensual.

Marcelo Gardinetti

Fotografías: Portada: ©Fernando Guerra – Interior: ©Fabrice Fouillet

Dibujos y planos: ©Peter Zumthor

Thermal baths in Vals, Peter Zumthor

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