En 2015, Paul Mason publicó en The Guardian el artículo “The End of Capitalism Has Begun”, en el que plantea que el capitalismo se encuentra en una fase de transformación impulsada por la tecnología de la información. Según Mason, esta tecnología ha reducido la demanda de trabajo, debilitado la formación de precios basada en la escasez y promovido nuevas formas de producción colaborativa. A diferencia de las previsiones tradicionales de la izquierda, argumenta que la transición al postcapitalismo no se dará por una ruptura forzada, sino por la emergencia progresiva de un sistema más dinámico dentro del actual. Mason enfatiza que la abundancia de información y su costo de reproducción prácticamente nulo desafían los principios fundamentales del mercado, erosionando la lógica de la escasez sobre la que se estructura el capitalismo. En este contexto, sostiene que el neoliberalismo ha fracasado en generar innovación con efectos sociales positivos, mientras que las redes digitales y el acceso generalizado al conocimiento favorecen nuevas dinámicas económicas. Por tal razón, propone el concepto de «Proyecto Cero«, una iniciativa orientada a desarrollar tecnologías y comportamientos que reduzcan la dependencia del mercado y faciliten la transición hacia una economía basada en la abundancia. Establece un paralelismo con la transición histórica del feudalismo al capitalismo, sugiriendo que este proceso de cambio sigue una lógica evolutiva más que revolucionaria.
Proyecto Cero: ¿El fin del capitalismo?
La Tecnología de la Información como Catalizador de un Nuevo Orden Económico
Paul Mason identifica tres transformaciones fundamentales impulsadas por la tecnología de la información que configuran las condiciones para una posible transición al postcapitalismo. Estas transformaciones, desarrolladas en las últimas décadas, afectan la relación entre trabajo y salario, la formación de precios en el mercado y las estructuras tradicionales de producción.
En primer lugar, la tecnología ha reducido la necesidad de trabajo asalariado, difuminando los límites entre tiempo laboral y tiempo libre, y debilitando el vínculo entre empleo y remuneración. Mason sostiene que, aunque la automatización se encuentra parcialmente contenida por factores institucionales y sociales, su expansión disminuirá de manera significativa la cantidad de trabajo necesario para garantizar condiciones de vida dignas. Esta tendencia desafía los principios del capitalismo, cuyo funcionamiento se basa en la dependencia estructural del empleo remunerado.
En segundo lugar, la abundancia de información ha alterado los mecanismos tradicionales de formación de precios. Mientras que el mercado opera bajo una lógica de escasez, la información es un recurso que puede reproducirse a costos marginales cercanos a cero. Para contrarrestar esta disrupción, el sistema capitalista ha promovido la consolidación de monopolios tecnológicos que privatizan el acceso a la información. Sin embargo, Mason argumenta que estas estructuras son intrínsecamente frágiles, ya que restringen la libre circulación del conocimiento, contradiciendo la tendencia natural de la información hacia la accesibilidad y el uso compartido.
En tercer lugar, han surgido nuevas formas de producción colaborativa que operan fuera de las dinámicas del mercado y de las jerarquías empresariales convencionales. Modelos como Wikipedia, desarrollada por voluntarios sin ánimo de lucro, han desplazado industrias enteras, como la de las enciclopedias comerciales, y afectado sectores dependientes de la publicidad digital. Asimismo, Mason observa el crecimiento de monedas alternativas, bancos de tiempo, cooperativas y espacios autogestionados, fenómenos que se han intensificado tras la crisis financiera de 2008. Estas iniciativas, aunque aún incipientes e ineficientes en muchos aspectos, operan bajo una lógica diferente, en la que el intercambio se basa en tiempo libre, redes de cooperación y bienes de acceso gratuito, elementos que podrían constituir la base de un futuro postcapitalista.
A partir de estos cambios estructurales, Mason plantea que la tecnología de la información está erosionando tres pilares esenciales del capitalismo: la centralidad del trabajo asalariado, la escasez como mecanismo de valorización y la producción jerárquica orientada al mercado. La evolución de estos factores podría generar un sistema económico alternativo, basado en la abundancia y la colaboración, en lugar de la competencia y la acumulación de capital.
Desde una perspectiva crítica, el planteamiento de Mason ofrece una visión provocadora sobre la transformación de la economía contemporánea. La reducción de costos marginales en la producción de información es un fenómeno ampliamente documentado, y la proliferación de modelos de economía compartida y colaboración digital sugiere dinámicas que desafían el paradigma capitalista tradicional. Además, su comparación con la transición del feudalismo al capitalismo resulta relevante para analizar cómo los cambios sistémicos pueden originarse en prácticas económicas inicialmente marginales. Del mismo modo que el dinero y el crédito desempeñaron un papel clave en el surgimiento del capitalismo, las estructuras postcapitalistas emergentes podrían, con el tiempo, adquirir mayor relevancia en el sistema económico global.
No obstante, la transición que Mason describe enfrenta obstáculos significativos. La consolidación de monopolios tecnológicos y financieros demuestra la capacidad del capitalismo para adaptarse y absorber innovaciones que, en principio, podrían amenazar su lógica de funcionamiento. Además, la posibilidad de que estas iniciativas postcapitalistas escalen y se conviertan en la norma sin una intervención política estructurada sigue siendo incierta. La transformación del sistema económico requeriría cambios profundos en las concepciones de propiedad, trabajo y tecnología, cuya implementación a gran escala implica desafíos políticos y sociales considerables.
A pesar de estas limitaciones, el análisis de Mason permite comprender las tensiones y contradicciones que atraviesan el capitalismo en la era digital. Su argumentación pone de relieve tendencias que, aunque aún no determinan una ruptura con el sistema vigente, pueden configurar escenarios de cambio a largo plazo. En este sentido, su perspectiva resulta valiosa para reflexionar sobre el impacto de la tecnología en la economía y las posibles direcciones de su evolución.
Proyecto Cero: ¿El fin del capitalismo?:La transición hacia un orden postcapitalista
La propuesta de Paul Mason respecto a la transición hacia un orden postcapitalista se distancia significativamente de la visión tradicional sostenida por la izquierda durante el siglo XX. Esta comparación permite identificar diferencias fundamentales en cuanto a los mecanismos de transformación, los agentes de cambio, el papel atribuido al Estado y la concepción misma de la transición histórica.
En la concepción clásica de la izquierda, el capitalismo debía ser superado a través de una ruptura deliberada, generalmente entendida como la destrucción forzada del mercado, ya fuera por medio de la acción revolucionaria de la clase obrera o mediante la conquista del aparato estatal a través de mecanismos democráticos. El Estado era concebido como el instrumento central de esta transformación estructural, encargado de desmantelar las bases materiales del capitalismo mediante la nacionalización de sectores estratégicos y la planificación centralizada de la economía. Las crisis económicas eran interpretadas como oportunidades objetivas para acelerar este proceso de ruptura. Bajo este paradigma, la posibilidad de que elementos del nuevo sistema emergieran dentro del antiguo era descartada: la transición debía ser total y fundada en una lógica de discontinuidad histórica.
Frente a este enfoque, Mason propone una ruta alternativa, fundamentada en la emergencia paulatina de un sistema económico más dinámico, posibilitado por las transformaciones inducidas por la tecnología de la información. Según su perspectiva, el postcapitalismo no surgirá como resultado de una confrontación directa con el sistema vigente, sino como consecuencia de la expansión progresiva de formas económicas, sociales y organizativas que operan con lógicas no capitalistas en el seno del sistema actual. Estas formas emergentes —producción colaborativa, economías del compartir, redes de intercambio no monetario— son viables gracias a la creciente abundancia de información, la automatización del trabajo y el debilitamiento de la relación entre empleo y subsistencia.
Aunque Mason no descarta la importancia del Estado, su función es redefinida: ya no como agente destructor del mercado, sino como facilitador de las condiciones institucionales y tecnológicas necesarias para el desarrollo de prácticas económicas alternativas. El Estado debe actuar de manera estratégica, creando marcos normativos y políticas públicas que protejan y potencien estas iniciativas emergentes. Su intervención, lejos de ser totalizante, se orienta hacia el acompañamiento de procesos ya en curso, con el objetivo de acelerar su consolidación y expansión.
La oportunidad para el cambio, en la visión de Mason, no deriva directamente del colapso del sistema, aunque reconoce la relevancia de eventos como la crisis financiera global de 2008. En cambio, la posibilidad de transformación se sustenta en la proliferación de modelos económicos alternativos que, aunque marginales, adquieren una lógica expansiva en un contexto donde las tecnologías digitales disminuyen los costos de transacción, des-intermedian la producción y permiten formas de coordinación no jerárquicas.
En cuanto al agente histórico del cambio, la diferencia es igualmente notable. Mientras que la izquierda tradicional atribuía este papel a la clase obrera industrial, organizada en función de su posición en el proceso de producción fabril, Mason señala la emergencia de un nuevo sujeto histórico: el ser humano educado y conectado, configurado por el info-capitalismo. Este nuevo agente posee acceso a redes de información, capacidad de colaboración descentralizada y un potencial creativo que desborda las coordenadas de la organización laboral clásica. La transformación postcapitalista, por tanto, no estaría protagonizada por una clase definida en términos económicos tradicionales, sino por una multiplicidad de actores distribuidos en la red social, cultural y tecnológica.
La divergencia entre ambas concepciones puede resumirse en tres dimensiones clave: primero, el mecanismo de superación del capitalismo ya no es la confrontación directa sino la creación paulatina de alternativas desde dentro; segundo, el Estado ya no es un instrumento de imposición sino un facilitador de procesos emergentes; y tercero, el agente de cambio no es la clase obrera tradicional sino un sujeto social más amplio, habilitado por las tecnologías digitales. La estrategia que subyace a la propuesta de Mason se estructura en torno al «Proyecto Cero», entendido como una orientación hacia la creación de tecnologías, modelos económicos y formas de organización social que reduzcan la dependencia del mercado y fomenten la cooperación, la abundancia informacional y el acceso libre.
Este enfoque representa una reconfiguración profunda de las coordenadas desde las cuales se ha pensado históricamente la superación del capitalismo, proponiendo una lógica de transformación evolutiva, distribuida y tecnológicamente mediada, en contraposición a las estrategias rupturistas y centralizadas del paradigma tradicional.

El Fragmento sobre las máquinas y su relevancia para la economía de la información actual
Según Paul Mason, el concepto marxista del “Fragmento sobre las máquinas”, contenido en los Grundrisse de 1858, resulta clave para comprender las dinámicas de la economía de la información contemporánea. Aunque este fragmento permaneció inédito hasta mediados del siglo XX, anticipa con notable precisión un escenario en el que la automatización transforma profundamente las relaciones económicas y el papel del trabajo humano.
En dicho texto, Marx imagina una economía donde las máquinas asumen la función principal en la producción, relegando al ser humano a un rol de supervisión y control. Mason subraya que Marx identificó aquí un punto de inflexión histórico: en una economía dominada por la automatización, la información y el conocimiento social se convierten en las fuerzas productivas centrales. La capacidad productiva de tecnologías como la hiladora mecánica, el telégrafo o la locomotora de vapor no deriva de la cantidad de trabajo necesario para producirlas, sino del grado de desarrollo del conocimiento colectivo incorporado en ellas. Es decir, el saber acumulado y su organización social contribuyen más a la producción que el trabajo físico involucrado.
Esta intuición es significativa, ya que contrasta con la concepción dominante del marxismo, que centró su teoría de la explotación en la apropiación del tiempo de trabajo. En cambio, el “Fragmento” abre la posibilidad de una crítica al capitalismo centrada no tanto en la relación “salario vs. beneficio”, sino en el control del conocimiento como fuente de poder económico. Una vez que el conocimiento deviene fuerza productiva por derecho propio, el núcleo del conflicto capitalista se desplaza hacia la disputa por el acceso, la propiedad y el uso de esa inteligencia colectiva.
Marx incluso llega a postular la existencia hipotética de una “máquina ideal”, capaz de durar indefinidamente y sin coste alguno. En un sistema así, dicha máquina no añadiría valor medible en términos tradicionales, ya que su creación y mantenimiento no implicarían trabajo humano significativo. Esto llevaría a una caída tendencial del valor, del beneficio y del coste laboral en todo proceso donde interviniera.
Mason actualiza esta visión en el contexto de la economía digital: el software se ha convertido en una “máquina” virtual, y sus costos —de almacenamiento, procesamiento y distribución— tienden a cero. La lógica de esta infraestructura digital refleja fielmente la profecía marxista: máquinas casi gratuitas, de duración indefinida, capaces de reproducirse sin intervención humana, que erosionan los fundamentos del valor basado en el trabajo. Así, el pensamiento de Marx adquiere nueva vigencia en un mundo donde la información es física, el conocimiento se codifica en algoritmos, y los sistemas digitales posibilitan formas de producción no sujetas a la escasez tradicional.
Marx también anticipa la noción de un “intelecto general” (general intellect), una especie de conciencia colectiva compuesta por el conocimiento acumulado de toda la humanidad, compartido y actualizado constantemente. Mason identifica este concepto con el entorno digital en red, donde la cooperación y el intercambio de información se expanden globalmente. En este marco, Marx afirma que su desarrollo “haría volar por los aires al capitalismo”, dado que mina sus lógicas fundamentales de propiedad privada, escasez y control centralizado.
La pertinencia del «Fragmento sobre las máquinas» en la actualidad se manifiesta en al menos cuatro dimensiones:
- Crítica a la teoría del valor-trabajo: La teoría del valor en la tradición marxista —al igual que en la economía clásica— se basaba en la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir un bien. Sin embargo, cuando el conocimiento y la automatización reemplazan al trabajo humano, el valor se desplaza hacia la información incorporada en las máquinas, desestabilizando esta teoría fundamental.
- Transformación del concepto de trabajo: En un entorno donde las máquinas ejecutan la mayoría de las tareas productivas, el trabajo humano se redefine. Su función se orienta más hacia la gestión del conocimiento, la innovación, la creación de software y el mantenimiento de sistemas de información que a la producción material directa.
- Tensiones sobre la propiedad del conocimiento: Si la principal fuerza productiva es el conocimiento social, su apropiación privada —como ocurre en el caso de los monopolios tecnológicos— entra en contradicción con su naturaleza intrínsecamente reproducible y compartible. La lucha por el control del conocimiento reemplaza, en muchos casos, la tradicional lucha por los medios físicos de producción.
- Posibilidad de una economía de la abundancia: Marx esboza una visión de una economía donde los costes marginales tienden a cero, un fenómeno que se vuelve tangible en el ámbito digital. Esta lógica de abundancia desafía el principio de escasez que estructura la economía capitalista, y sugiere la posibilidad de formas alternativas de distribución y producción.
En conjunto, el “Fragmento sobre las máquinas” proporciona un marco conceptual poderoso para entender las tensiones entre el desarrollo tecnológico contemporáneo y el sistema capitalista. Al revelar cómo el conocimiento y la información subvierten las categorías clásicas del valor, el trabajo y la propiedad, Marx —según Mason— anticipa las condiciones materiales que podrían hacer posible un tránsito hacia un orden postcapitalista.
El papel de los movimientos sociales
El sujeto del cambio ya no es solo la clase obrera industrial, sino el individuo conectado y educado, nacido del info-capitalismo. Hoy, la sociedad entera funciona como una fábrica, y las redes digitales son el nuevo taller, imposible de silenciar.
Los movimientos sociales tienen un papel activo en:
- Construir un sistema no mercantil autorreplicable, sin necesidad de ser centralmente planificado.
- Promover un cambio cultural que transforme los valores dominantes sobre propiedad, trabajo y tecnología.
- Resistir políticas de austeridad y construir redes de apoyo que no pueden ser desmanteladas, como ocurrió en Grecia.
- Encarnar nuevos modos de acción humana que escapan a las categorías económicas tradicionales.
- Diseñar de forma colaborativa el futuro postcapitalista, aprovechando la inteligencia distribuida.
- Participar en la lucha entre redes horizontales y jerarquías tradicionales, entre el viejo capitalismo y las formas emergentes.
- Romper con la narrativa del sueño capitalista incumplido, y buscar caminos alternativos sin retroceder al nacionalismo o proteccionismo.
Paralelismos históricos entre el fin del feudalismo y la transición al postcapitalismo, según Paul Mason
Para Paul Mason, el paso del capitalismo al postcapitalismo guarda similitudes clave con el colapso del feudalismo hace cinco siglos. Estudiar ese proceso ayuda a entender cómo podría desarrollarse un nuevo sistema económico.
Paralelismos identificados por Mason
- Cambio de lógica sistémica: El feudalismo se basaba en leyes de obligación; el capitalismo, en el mercado. El postcapitalismo operaría bajo una lógica distinta: la abundancia, no la escasez. No es una versión mejorada del capitalismo, sino algo cualitativamente diferente.
- Choques externos como aceleradores: El fin del feudalismo vino con la peste, el colapso demográfico y los límites ecológicos. Hoy, el capitalismo enfrenta sus propios choques: crisis climática, escasez energética, envejecimiento poblacional y migraciones masivas.
- Tecnología disruptiva: La escasez laboral en la Edad Media impulsó tecnologías que dieron base al capitalismo (imprenta, brújula, contabilidad, etc.). Hoy, la tecnología de la información reduce la necesidad de trabajo, desestabiliza los precios y permite la producción colaborativa. Es el nuevo equivalente de la imprenta.
- Elementos nuevos dentro del sistema viejo: Así como el dinero y el crédito florecieron dentro del feudalismo, hoy surgen monedas paralelas, bancos de tiempo y cooperativas dentro del mercado. Representan los cimientos del postcapitalismo: tiempo libre, producción en red y bienes gratuitos.
- Cambio en la fuente de riqueza: El capitalismo creció con la riqueza «libre» extraída del Nuevo Mundo. El postcapitalismo se nutre de nuevas «externalidades»: información, colaboración y bienes no mercantiles. Internet es el nuevo continente a explorar.
- Nuevos sujetos históricos: El feudalismo excluyó a pensadores y artesanos que luego lideraron la transición. Hoy, el individuo conectado y educado es el nuevo actor de cambio, nacido del info-capitalismo.
- El Estado como facilitador del cambio: Durante el paso al capitalismo, el Estado primero resistió, luego impulsó el nuevo orden. Mason cree que ahora debe hacer lo mismo: crear las condiciones para la producción colaborativa y apoyar iniciativas postcapitalistas.
Lecciones propuestas para facilitar el cambio actual
- Cambiar la lógica económica: La escasez ya no es la fuerza dominante. La economía de la información apunta a un modelo basado en la abundancia y el acceso, no en la propiedad y el intercambio.
- Apoyar las alternativas emergentes: Las iniciativas de nicho que operan fuera del mercado tradicional —como cooperativas digitales o economías del tiempo— son semillas del nuevo sistema. Hay que protegerlas y expandirlas.
- Entender el rol de la tecnología: No es neutral. La tecnología de la información erosiona el mercado y favorece la colaboración. Su expansión es clave para un cambio sistémico.
- Redefinir el rol del Estado: El Estado debe dejar de sostener el modelo viejo y empezar a facilitar el nuevo, invirtiendo en tecnologías abiertas, estructuras colaborativas y una economía de carbono cero.
- Impulsar el cambio cultural: No hay transición económica sin transformación de valores y conductas. Los movimientos sociales son esenciales para este giro mental y político.
- Aprovechar los momentos de crisis: Las crisis revelan los límites del sistema actual. Debemos responder con acciones que empujen hacia lo nuevo, no con defensas del pasado.
- Imaginar el futuro: Así como fue difícil imaginar el capitalismo desde el feudalismo, hoy cuesta visualizar el postcapitalismo. Pero en la sociedad en red, ningún pensamiento se desperdicia. Soñar también es construir.
Conclusión
Mason plantea que el Estado debe dejar de gestionar lo viejo para facilitar el surgimiento de lo nuevo, mediante políticas valientes y marcos adaptados a la economía de la información. Al mismo tiempo, los movimientos sociales tienen la tarea de experimentar, construir y sostener nuevas formas de vida económica, desde dentro del sistema actual, empujando sus límites y prefigurando el futuro.
El “Fragmento sobre las máquinas” proporciona un marco conceptual poderoso para entender las tensiones entre el desarrollo tecnológico contemporáneo y el sistema capitalista. Al revelar cómo el conocimiento y la información subvierten las categorías clásicas del valor, el trabajo y la propiedad, Marx —según Mason— anticipa las condiciones materiales que podrían hacer posible un tránsito hacia un orden postcapitalista.
La historia no se repite, pero rima. Como en el paso del feudalismo al capitalismo, el postcapitalismo no emergerá de forma lineal ni predecible, pero ya está germinando dentro del sistema actual. Reconocer esas señales, apoyar lo nuevo, adaptar nuestras instituciones y cambiar nuestra forma de pensar son pasos clave para que la transición no sea una crisis, sino una oportunidad.
©tecnne
Texto analizado: Fuente: Paul Mason “The end of capitalism has begun” The Guardian, 17 jul 2015
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