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Actividad

El Código de Ordenamiento Urbano de La Plata, el daño irreparable

COU La Plata, el daño irreparable, tecnne

Los desatinos del COU en la Ciudad de La Plata

Resulta difícil explicar como una ciudad que fue reconocida internacionalmente como “Modelo de Ciudad Higienista” en la exposición internacional de Paris de 1889; que 110 años después se propuso ante la UNESCO, sin éxito, para ser postulada como patrimonio de la Humanidad por la permanencia de su traza y la preservación de sus edificios centenarios, sea recientemente declarada Patrimonio en Peligro, calificación otorgada este año por la WORD MONUMENTS FUND, organización internacional que vela por el patrimonio construido.

El informe de la organización hace explicita mención a “Los cambios en la política urbana local, ordenanzas de preservación insuficiente y presiones de desarrollo, que ponen en peligro no sólo edificios importantes, sino también la escala histórica y diseño del paisaje urbano”

COU LA PLATA

La historia del despropósito urbano empezó a forjarse 80 años atrás, cuando la legislación insuficiente y la especulación inmobiliaria promovieron la edificación en altura y el crecimiento descontrolado de la periferia. Esta situación fue consecuencia de reglas impuestas por el mercado inmobiliario, que literalmente “expulso” del casco las clases sociales más bajas y las segregó a una periferia carente de infraestructura urbana.

Las consecuencias de esta permeabilidad de la administración de turno perduran en la actualidad. La ciudad de La Plata expone claramente tres sectores urbanos, concurrentes con la posición socio-económica de sus habitantes: el casco urbano, el corredor en dirección a la ciudad de Buenos Aires y el resto de la sub urbanización. Según los últimos datos estadísticos, el 35% de la población habita el casco urbano y el 65% restante se dispersa en una sub-urbanización heterogénea e ilimitada.

Como se contrarrestan estos efectos? Los urbanistas utilizan un término para definir las acciones que evitan este tipo de casos: PLANIFICACION

El término en cuestión representa bastante más que la definición de zonas con nomenclaturas diferentes, forma habitual de pensar el desarrollo urbano por los agentes comunales. Exige saber que se quiere, para que se quiere y cómo hacerlo.

Resulta evidente que para los factores de poder, sean económicos o políticos, aliados a los medios de comunicación pública y protegidos por acciones judiciales, no es redituable emprender una acción planificada que no podrán usufructuar porque dará frutos muchos años después, solo para lograr un irrelevante resultado: mejores condiciones en el hábitat urbano de la comunidad.

Es cierto que corregir este desajuste en la totalidad del territorio, requiere de un trabajo constante a lo largo de varias décadas y el compromiso de todas las instituciones y actores públicos.

Lo insólito es que el casco urbano, que ofrece una estructura que permite poner en funcionamiento mecanismos de planificación con absoluta facilidad, esta librado a normas incomprensibles, que plantean como interrogante saber cuál es el interés de la administración comunal.

La liviandad con la que se determinan las alturas máximas de edificación y  la periodicidad con que estas se modifican, denotan no menos que una irresponsabilidad. De igual manera, resulta risible el modo en que se ignoran y se contradicen. La Plata, en sus 130 años, cambio normas y criterios de crecimiento de su perfil urbano tantas veces que sería imposible enumerarlas. Y lo que es peor aún, algunos de estos cambios se suceden dentro de una misma gestión municipal.

El razonamiento más simple debería establecer que la altura de las edificaciones fuera proporcional al ancho de las calles, de manera que permita un ángulo de radiación solar acorde sobre veredas y viviendas, protegiendo las añosas especies arbóreas que además de embellecer ayudan a combatir la polución de la ciudad.

NO, en la ciudad de La Plata se ha resuelto que la altura de la edificación la determina la zonificación. Pero, ¿Que determina una zonificación?

Como está planteada, define solamente áreas de distinto valor inmobiliario.

Las limitaciones a construir en el corazón de manzana y las exageradas alturas permitidas en las áreas centrales de la ciudad, dan un insólito resultado: los mejores parámetros de incidencia solar, iluminación y ventilación en los edificios están en el contrafrente!!!

Cada gestión intenta diferenciarse en su plataforma electoral proponiendo liberar determinadas restricciones impuestas por la gestión anterior, para ganar los favores de quienes se sienten perjudicados. Un caso emblemático son los estadios del bosque: las idas y vueltas acontecidas terminaron por permitir estadios híbridos y anacrónicos que no son dignos de la grandeza de las dos instituciones deportivas más prestigiosas de la ciudad.

Con excepción de las plausibles acciones emprendidas por la Universidad Nacional de La Plata, reubicando varias de sus facultades para descongestionaban el flujo en el centro de la ciudad, el compromiso de las distintas fuerzas ciudadanas para resolver cuestiones urbanas de fondo con una visión prospectiva no existe.

La ciudad requiere urgentes acuerdos con la administración provincial, generador de un ingreso desmesurado de personar provenientes de distintas ciudades de la provincia, cautivos de la burocracia administrativa, que genera un insostenible movimiento vehicular durante el horario administrativo.

Es menester conciliar los intereses de la provincia con la ciudad y replantear la inadecuada ubicación de varias dependencias provinciales, trasladándolas a zonas de fácil acceso y egreso, cercanas a rutas y autopistas. Esta implementación propiciará un doble beneficio: para los que habitan la ciudad y para los que deben trasladarse a ella por trámites rutinarios.

Sería loable, en lugar de pensar en cocheras subterráneas, que se resuelva el motivo que genera la sobrepoblación de autos, también incrementada por la insolvencia de la normativa municipal. Establecer la no obligatoriedad de construir cocheras en lotes de menos de 15 metros de ancho, en una ciudad que tiene un loteo basado en parcelas de 10 metros de ancho, es librar a la buena voluntad de los empresarios la solución del problema del estacionamiento. La consecuencia es previsible: salvo en aquellos edificios de altos estándares de confort y precio, se evita la construcción de cocheras debido a su alto costo y escaso beneficio.

Como agravante de la permeabilidad de la reglamentación, una empresa inmobiliaria difundió en algunos medios de comunicación, la futura construcción de dos torres de mayor altura que las permitidas en la zona, unidas por un puente que ocupa el espacio aéreo sobre la avenida que las separa, sin que mediara por parte de la administración municipal ninguna comunicación aclaratoria sobre la imposibilidad de usurpar ese espacio público.

Resulta evidente que las recientes modificaciones establecidas en el Código de Ordenamiento Urbano, y más específicamente en la determinación de las alturas máximas permitidas, son resultado de las presiones que ejercen sobre la administración comunal las fuerzas especulativas del empresariado local. Lo cierto es que tampoco hay elementos que permitan establecer lo contrario.

La reciente inundación acontecida en la ciudad, quizás la más trágica de su historia, es la consecuencia directa de esta manera de gestión fútil. Desequilibrada la relación entre densidad e infraestructura, el daño producido por las formas del código de ordenamiento urbano es irremediable.

La suprema corte de Justicia bonaerense, al hacer lugar a organizaciones ambientalistas respecto a los desajustes propiciados por las modificaciones al Código de Ordenamiento Urbano en 2010, advirtió al actual intendente de la ciudad de La Plata sobre el “potencial riesgo de afectación a la estructura de la ciudad y su capacidad de soporte en términos de servicio”.

Estas observaciones fueron ignoradas por la gestión municipal, aún a pesar que bajo su gestión la ciudad había sufrido en 2008 una inundación que afecto a más de 90.000 habitantes. Las consecuencias de la falta de un plan director y la irresponsabilidad de modificar el código de ordenamiento urbano para hacerlo propicio a la especulación inmobiliaria plantean una situación crítica que difícilmente pueda revertirse bajo los lineamientos que prioriza la actual gestión.

La ciudad se va deshilachando en el aditamento de pequeños malos gestos,  convenidos atentados al patrimonio, como el achicamiento de sus ramblas centenarias. La equilibrada estética urbana fue seriamente agredida por intervenciones inapropiadas, la incorporación de equipamiento urbano de pésima calidad y un empecinamiento en pintar cordones y troncos de árboles que además de exteriorizar un horrendo mal gusto, intenta encubrir la carencia de obras necesarias.

En el perfil urbano de la ciudad pueden leerse las distintas gestiones municipales. Atroz.

Marcelo Gardinetti, diciembre de 2012

Fotografías: ©Marcelo Gardinetti

 

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