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El Teatrino Científico: Ficción, Memoria y Experimentación

Aldo Rossi, Teatrino Cientifico ©Eredi Aldo Rossi

El «teatrino científico», según Aldo Rossi, trasciende la noción tradicional de teatro al configurar un espacio singular donde se entrelazan la ficción, la memoria, la repetición y la experimentación. Este espacio híbrido, influenciado por elementos históricos y culturales diversos, funciona como un laboratorio arquitectónico y cognitivo en el que la arquitectura, la topografía y el tiempo interactúan para crear una experiencia teatral única. La relación entre ficción y ciencia se explora en la búsqueda continua de posibilidades y significados, estableciendo un diálogo constante entre lo imaginario y lo racional. En este contexto, el «teatrino científico» se concibe como una imitación y un instrumento útil para la acción decisiva, en el cual el prestigio del teatro reside en su capacidad para sorprender, conmover y provocar reflexión.

El Teatrino Científico de Aldo Rossi: Ficción, Memoria y Experimentación

El término «teatrino», según Aldo Rossi, se distingue del «teatro» no solo en términos de escala, sino también por su carácter privado, singular y repetitivo, lo que intensifica su teatralidad de manera introspectiva y casi secreta. A diferencia de una versión irónica o infantil del teatro, el «teatrino» revela una dimensión más íntima y reflexiva, marcando una distancia conceptual respecto al espectáculo público tradicional.

La noción de «teatrino científico» está configurada por una serie de influencias históricas y culturales que le otorgan un carácter complejo y multifacético. Entre ellas, se destaca la influencia del teatro anatómico de Padova y del teatro científico de Mantova, donde se combinaban la observación analítica y la representación teatral. Estos espacios híbridos establecieron un precedente para entender el «teatrino» como un laboratorio experimental, donde la experiencia se desarrolla de manera incierta, aunque impregnada del prestigio tanto de la ciencia como del teatro.

Otra influencia significativa proviene del uso científico de la memoria que Goethe exploró mediante los «teatrinos» en su juventud. En este contexto, el «teatrino» se configura como un dispositivo mnemotécnico y cognitivo, en el cual la memoria no solo se almacena, sino que se reconstruye y se reinterpreta. Esta dimensión introspectiva y analítica refuerza el carácter experimental del «teatrino científico», donde la temporalidad y la percepción se despliegan de manera simultánea y multifacética.

Los «teatrinos» se caracterizan también por su estructura simple y provisional, lo que les confiere una cualidad efímera y transitoria. Esta naturaleza temporal evoca experiencias vitales pasajeras y refleja una acción que se desarrolla en el interior de la vida, sin imponerse sobre ella. En este sentido, el «teatrino» se convierte en un espacio de posibilidades abiertas, donde la acción teatral se entrelaza sutilmente con la existencia cotidiana.

El «teatrino científico» se ve además influenciado por el contexto urbano y cultural de las ciudades pedanas como Parma, Padova, Pavia, Piacenza, Reggio, Venecia y Milán. En estas ciudades, el teatro emerge como un evento casi onírico, encendiendo sus luces en medio de la niebla y configurando un espacio de teatralidad cotidiana y casi inadvertida. Esta atmósfera singular también se encuentra en las pequeñas ciudades de Brasil y en el ámbito sacro de las catedrales, donde el retablo actúa como una escena fija y eterna, reforzando la relación entre la teatralidad y la memoria colectiva.

Finalmente, la idea del teatro como una habitación singular se manifiesta en el «teatrino científico» como un espacio íntimo y reflexivo. Esta concepción espacial se inspira en la galería milanesa y en otras habitaciones lejanas, donde el teatro adquiere un carácter introspectivo y casi secreto, evocando una teatralidad contenida y privada. Este enfoque espacial resalta la capacidad del «teatrino» para crear una atmósfera de contemplación y posibilidad, convirtiéndolo en un dispositivo arquitectónico y cognitivo en constante transformación.

El Teatrino Científico y la hora inmóvil

En el frontón del «teatrino», el reloj permanece detenido a las cinco, desafiando la noción convencional del tiempo lineal. Esta hora inmóvil puede interpretarse de diversas formas, evocando tanto las cuatro de la tarde como las cinco mitológicas de Ignacio Sánchez Mejía, cuya dimensión simbólica transciende la temporalidad cotidiana. Esta suspensión temporal refuerza la idea de que el tiempo en el teatro no se rige por los relojes, sino por una duración interna y emocional. En el «teatrino», los sentimientos se repiten en escena cada tarde con una vigencia conmovedora, creando un bucle temporal que desafía la linealidad.

El espacio alrededor del «teatrino» se configura como una capital imponente, definida por la presencia de innumerables barracones. A pesar de su simplicidad arquitectónica, la multiplicidad de estas estructuras crea una atmósfera envolvente y monolítica, otorgando al lugar un carácter majestuoso y enigmático. Este proyecto se sitúa en un tiempo y lugar específicos, hacia las cuatro de la tarde, en el interior de esta capital imponente. La repetición temporal y la simplicidad de los barracones contribuyen a crear una atmósfera singular y casi secreta, acentuando la teatralidad del espacio.

El carácter detenido del tiempo, simbolizado por el reloj inmóvil, y la configuración espacial de los barracones convierten al «teatrino» en un laboratorio experimental, donde la experiencia se despliega de manera incierta y abierta. En este espacio, el resultado nunca está completamente definido, preservando el carácter imprevisto y dinámico de cada acción teatral. La conjugación de tiempo detenido y espacio modular y repetitivo genera un ámbito de exploración continua, donde la teatralidad emerge como una experiencia introspectiva y reflexiva.

En este sentido, el «teatrino científico» trasciende su función representativa y se transforma en un dispositivo cognitivo y arquitectónico. Al suspender el tiempo y modular el espacio, crea una experiencia de teatralidad pura, donde la repetición y la posibilidad constante permiten la reinterpretación continua de significados. Así, el «teatrino» no solo representa, sino que activa una dimensión temporal y espacial en la que la experiencia estética y la exploración científica convergen en un proceso incesante de descubrimiento y reconfiguración.

El Teatrino Científico: La repetición y la memoria

La repetición y la memoria son elementos fundamentales en la construcción del teatro y adquieren un significado central en el concepto de «teatrino». A través de la repetición continua de acciones y personajes, el teatro crea una distancia entre el gesto escénico y su origen corporal o intelectual, generando un mundo autónomo que se impone con el prestigio propio de la teatralidad. Este proceso de repetición convierte los sentimientos en acontecimientos rituales que, cada tarde, adquieren una vigencia actual y casi inevitable. La memoria, en este contexto, no solo conserva, sino que también reinterpreta y reconstruye el sentido de cada representación.

Esta dinámica de repetición también provoca una superposición de ejemplos históricos y ficciones, que se confunden y coexisten en el tiempo teatral. Al igual que en las óperas líricas interpretadas en las fiestas populares, el «teatrino» genera un tiempo simultáneo en el que lo pasado y lo presente se entrelazan en un flujo continuo de evocación y experiencia. Este carácter cíclico y acumulativo encuentra su expresión paradigmática en los «teatrinos bergamascos» de la infancia de Rossi, donde las historias se repetían puntualmente, desarrollándose incluso a través de las más complejas imposibilidades narrativas. En estos espacios, la repetición no anula la sorpresa, sino que revela nuevas posibilidades en cada iteración, haciendo visible el potencial de lo predecible.

El «teatrino científico» lleva esta lógica un paso más allá al relacionarse con la imitación y la utilidad en un sentido experimental. En primer lugar, el «teatrino» es, como todo proyecto teatral, una imitación que busca reproducir situaciones, gestos y sentimientos, pero no con el objetivo de replicar la realidad, sino para explorar sus posibilidades y límites. Esta función imitativa se entrelaza con su condición de utensilio y herramienta, enfatizando su carácter práctico como un instrumento para la acción decisiva. A diferencia del teatro convencional, el «teatrino» no se limita a la representación, sino que se presenta como un espacio funcional donde la acción puede ocurrir de manera contingente y abierta.

En el «teatrino científico», el escenario se reduce a la mesa de trabajo del artesano o del científico, resaltando su carácter provisional y experimental. Este espacio modesto y flexible se convierte en un laboratorio de experiencias, donde se prueban combinaciones y se exploran configuraciones inusuales. En este contexto, el «teatrino» es inseparable de sus escenas, modelos y de la experiencia de todas las combinaciones posibles, reforzando su carácter de dispositivo de exploración. Como en la ciencia experimental, cada experiencia en el «teatrino» conlleva su propio prestigio, no por su éxito o fracaso, sino por la lucidez del proceso exploratorio y el descubrimiento imprevisto que puede surgir.

El «teatrino» opera bajo una lógica en la que nada es casual, pero tampoco nada está resuelto para siempre, creando un equilibrio dinámico entre lo determinado y lo contingente. Esta apertura a la posibilidad constante convierte al «teatrino» en un espacio de indeterminación productiva, donde la repetición no conduce a la resolución definitiva, sino a la reconfiguración continua. Esta flexibilidad estructural y narrativa se ve reforzada por el uso de analogías exterminadas, como las casas-barracón, los dibujos de las casetas y las palmeras, que se ensamblan para formar un sistema interior en el «teatrino científico». Estas analogías funcionan como fragmentos de memoria cultural e histórica, reinterpretados en un espacio escénico flexible y mutable.

Finalmente, el «teatrino científico» se convierte en un laboratorio donde el resultado de la experiencia más lúcida es siempre imprevisto. La indeterminación y la provisionalidad se convierten en condiciones esenciales para la exploración y el descubrimiento, permitiendo que el «teatrino» funcione como un espacio cognitivo y arquitectónico en el que la teatralidad, la memoria y la experimentación convergen en un proceso de reinterpretación constante. Así, el «teatrino científico» trasciende su dimensión teatral y se configura como un dispositivo epistemológico, donde la acción no solo representa, sino que también genera conocimiento y experiencia.

El Teatrino Científico: Arquitectura y Topografía

La arquitectura y la topografía desempeñan un papel fundamental en la concepción del teatro al configurar tanto su espacialidad como su atmósfera simbólica. En la visión de Aldo Rossi, estas influencias no solo determinan la estructura física del teatro, sino que también modelan su significado cultural y experiencial. La forma en que el teatro se integra con el paisaje y cómo su arquitectura responde a la repetición y a la memoria generan una teatralidad que trasciende el espacio escénico convencional.

En primer lugar, las construcciones de piedra que siguen la topografía del terreno crean una nueva geografía teatral. En las tierras pedanas, los ejemplos históricos de construcción se superponen y confunden, generando un paisaje arquitectónico que evoca la continuidad y repetición de la música en la ópera. Esta integración entre la arquitectura y la geografía no solo adapta el teatro al entorno, sino que también transforma el terreno, estableciendo una relación dialéctica entre espacio natural y construido. Esta topografía teatral refuerza la memoria cultural del lugar, anclando la representación en un contexto geográfico específico.

La arquitectura del teatro introduce una dinámica espacial que se dilata y contrae en la repetición, modificando los recorridos y reorganizando la percepción del tiempo y del movimiento. Esta capacidad de transformación se manifiesta en la disposición del atrio, las escaleras y los palcos, que varían su distribución según las necesidades narrativas o sensoriales. La arquitectura teatral, al redefinir los trayectos y las relaciones espaciales, convierte el desplazamiento en una experiencia performativa, involucrando al espectador en un viaje interno y externo simultáneamente.

El diseño arquitectónico también distingue al teatro a través de singularidades sutiles, como la claridad del tímpano o las ligeras penetraciones en la fachada, que introducen una ambigüedad formal y perceptual. En algunos casos, estas características se encuentran en catedrales, donde el retablo funciona como una escena fija y los palcos se disponen a su alrededor, reinterpretando el espacio sacro como un teatro ritualizado y eterno. Esta dualidad entre espacio sagrado y teatral intensifica la experiencia escénica, vinculando la representación con lo trascendental.

En las pequeñas ciudades de Brasil, Rossi observa una teatralidad urbana latente en las fachadas de los teatros, cuya claridad formal y penetraciones arquitectónicas configuran una atmósfera de teatralidad cotidiana. En estos entornos, el teatro se inserta en la vida urbana sin imponerse, creando un espacio de representación íntimo y casi inadvertido. Esta integración con el tejido urbano enfatiza la idea de que el teatro no solo ocurre en el escenario, sino también en la experiencia diaria del espacio habitado.

En el «teatrino científico», las analogías exterminadas –como las casas-barracón, los dibujos de las casetas, las palmeras y las casas– componen un sistema espacial complejo, configurando un laboratorio arquitectónico donde las experiencias se ensamblan y desensamblan continuamente. Estos elementos, al actuar como fragmentos de memoria cultural y espacial, generan un paisaje arquitectónico mutable que desafía las convenciones formales del teatro tradicional. Esta disposición flexible y provisional refuerza el carácter efímero y experimental del «teatrino».

Finalmente, Rossi concibe la arquitectura del teatro como un modo de vivir, enfatizando su capacidad para transformar la experiencia espacial cotidiana en una experiencia teatral introspectiva. Ejemplifica esta idea a través de la galería milanesa, donde el teatro emerge en el interior de la niebla como una habitación singular, creando una atmósfera íntima y casi secreta. Esta concepción del teatro como habitación singular resalta su función de espacio de contemplación y posibilidad, donde la teatralidad se despliega de manera sutil e inadvertida.

El Teatrino científico: ficción y ciencia

En la obra de Aldo Rossi, la relación entre ficción y ciencia se articula a través del concepto de «teatrino científico», un espacio híbrido donde la representación teatral y la experimentación cognitiva se entrelazan. Esta relación encuentra su origen en los «teatrinos bergamascos» de la infancia del autor, donde las decoraciones repetidas de la vegetación del lago, enmarcadas por luces, creaban una atmósfera de posibilidad y expectativa. En estos espacios, la ficción no solo evocaba mundos imaginarios, sino que también proponía hipótesis interpretativas sobre la realidad, operando con la lógica experimental de la ciencia. Esta imbricación entre lo ficticio y lo científico convierte al «teatrino» en un dispositivo cognitivo, en el cual la imaginación y la racionalidad se complementan en un proceso de exploración continua.

El prestigio del teatro emerge como un principio central en la concepción del «teatrino científico» y se manifiesta en varios aspectos clave. En primer lugar, el prestigio se impone mediante la repetición continua de acciones y personajes, que al repetirse se separan de la inteligencia y del cuerpo, adquiriendo una autonomía simbólica. Esta separación produce una distancia estética que otorga a las acciones una universalidad intemporal, despojándolas de su particularidad contingente. Al desligarse del individuo y de sus limitaciones, el teatro alcanza una dimensión de abstracción y trascendencia.

El prestigio también surge de la mezcla de sugestiones y realidad, generando una ambigüedad que amplía el campo de significados posibles. En el «teatrino científico», esta ambigüedad no se resuelve en una interpretación única, sino que abre un espacio de incertidumbre productiva, en el cual lo real y lo ficticio coexisten en tensión dialéctica. Esta coexistencia confiere al «teatrino» un carácter enigmático y especulativo, que desafía las certezas absolutas y fomenta una experiencia reflexiva e introspectiva.

La invención del «teatrino científico» representa la culminación de esta dialéctica entre ficción y ciencia, consolidando un espacio de imitación y utilidad. Como todo proyecto teatral, el «teatrino» es una imitación que reproduce gestos, acciones y escenarios, pero no con el fin de replicar la realidad, sino para explorar sus posibilidades y límites. Al mismo tiempo, el «teatrino» se concibe como un instrumento útil para la acción decisiva, enfatizando su carácter práctico y experimental. Esta función utilitaria se refuerza por su estructura simple y flexible, que permite un ensamblaje continuo de experiencias.

En este sentido, el «teatrino científico» es experimental como la ciencia, ya que opera bajo una lógica de prueba y error, donde el resultado de cada experiencia es siempre imprevisto. Esta indeterminación se convierte en una condición esencial para el descubrimiento, configurando al «teatrino» como un laboratorio de significados y experiencias. A través de esta estructura abierta, el prestigio del teatro se manifiesta en cada experimento, no por su éxito o fracaso, sino por el acto de experimentar en sí mismo, que revela una lucidez cognitiva y una curiosidad epistemológica.

El prestigio del teatro también está ligado a la memoria y a la experiencia, ya que el «teatrino» reactiva ejemplos históricos de construcción teatral en la tierra pedana, donde la arquitectura se superpone al paisaje en una topografía de la memoria. Esta acumulación temporal confiere al «teatrino» una densidad histórica y cultural, donde las acciones se repiten en un bucle de evocación y reinterpretación. Esta memoria cíclica convierte al teatro en un evento ritualizado, que se reactualiza continuamente en cada representación.

Otro aspecto esencial del prestigio teatral es la magia del inicio, comparable a los primeros compases de la orquesta, que crean una expectativa cargada de posibilidad. Este momento inicial contiene en potencia toda la acción futura, generando una tensión dramática que se despliega a lo largo de la representación. El prestigio del teatro reside en esta anticipación del acontecimiento, en su capacidad para evocar lo que aún no ha sucedido.

Conclusión

El «teatrino científico» en la obra de Aldo Rossi se configura como un espacio híbrido que fusiona ficción, ciencia, arquitectura y memoria, redefiniendo la experiencia teatral como un proceso de exploración continua. Al suspender el tiempo, modular el espacio y articular la repetición y la memoria, el «teatrino» crea una experiencia teatral introspectiva y reflexiva, donde la teatralidad se convierte en un método de conocimiento. Como laboratorio arquitectónico y cognitivo, el «teatrino científico» trasciende la representación convencional y se establece como un dispositivo epistemológico en constante transformación.

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