Análisis y conceptos
Una de las funciones esenciales del diseño interior reside en propiciar entornos que favorezcan el confort de sus habitantes. En cualquier tipo de estructura construida, al ingresar a un ambiente se experimenta una experiencia sensitiva única, que está regida por las cualidades espaciales del lugar y por la manera en que los elementos de la arquitectura y el diseño se relaciona entre sí. Estas sensaciones sensitivas están directamente relacionadas a los estímulos que surgen de la combinación de las proporciones, la luz, el color, los elementos muebles que integran el espacio.
La investigación del edificio existente en el que está incorporado el espacio es fundamental para decidir los ajustes necesarios que permiten optimizar la calidad del espacio, y para que este se ajuste a los requerimientos funcionales que allí se desarrollan. Cuando el diseño está implicado en un edificio existente, es necesario entender cómo las actividades que se desarrollaron anteriormente han construido el carácter de ese espacio. A diferencia de cualquier intervención en edificios sin habitar, que ofrece un margen más amplio para definir la apariencia interior, el uso y la determinación de los ocupantes puede haber generado condiciones diferentes a las cualidades de su origen. Modificaciones de alturas, cambios de aberturas o la incorporación de elementos empotrados debe ser analizada para determinar si es conveniente reestablecer el espacio a su punto de origen. Para alcanzar cualquier objetivo de diseño se requiere un pensamiento racional basado en el conocimiento de las técnicas de diseño, y sobre todo de las cualidades táctiles y perceptivas de los materiales a aplicar en cada labor. No obstante, la intuición desempeña un papel importante, y la imaginación un rol determinante para realizar reformas integrales y así obtener entornos de cualidades destacadas.
Los componentes físicos de un entorno interno influyen en las respuestas de los usuarios. En este aspecto, la elección del mobiliario adecuado es determinante. Por un lado, los requerimientos funcionales determinan el tipo de mobiliario, tamaño y cantidad. Por lo tanto, esa necesidad funcional condiciona la organización espacial del ambiente. Por otro lado, las cualidades especificas del mueble, en tanto etéreas o voluminosos, de materiales fríos o cálidos, puede ser determinante en la composición final. Esta característica no incluye sólo al mobiliario. El tipo de materiales utilizado en revestimientos, cortinados y cielorrasos, de características “duras” o “blandas” trasciende la relación óptica, porque definen la cualidad acústica del lugar.
La aplicación del color resulta de vital importancia en ese entorno, ya que por sí solo puede definir la cualidad perceptible de cada ambiente. Y en este aspecto, la luz desempeña un rol fundamental. El tipo y tamaño de las aberturas y su disposición y orientación establece la dimensión cualitativa del espacio. No solo en la determinación del ingreso de luz diurna, determinante en la variación de la “amplitud” sensorial del espacio, sino que, además, las trasparencias otorgan el plus de ampliar el campo visual del espacio. Y en este aspecto, el entorno inmediato también debe considerarse como parte del diseño. El esfuerzo por crear un ambiente apropiado y funcional es, en definitiva, el punto de partida de cualquier actitud decoradora. Y como tal, la comprensión de la totalidad espacial que se adquiere en el análisis especifico de cada ambiente resulta fundamental para el desarrollo de cualquier actividad de diseño. Porque resulta imposible establecer un entorno cualitativo si se realiza un diseño de interiores sin contexto.
©TECNNE
Fotografía: ©AD Photography (Hongyue Reception Center-SSDesign)
TECNNE | Arquitectura y contextos