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Carme Pinós: la imbricación de arte y vida

Carme Pinós, tecnne

Con 66 años, el prestigio de la arquitecta Carme Pinós es incontestable. Con su trabajo ha levantado escuelas españolas, grandes rascacielos en México y complejos universitarios en Austria.

Carme pertenece a una generación (nació en Barcelona en 1954) que vivió cómo el colectivo de arquitectas se consideraba una minoría; en la facultad solo había 4 mujeres por los más de 200 varones. Así, no es extraño encontrarla como participante en conferencias sobre colegas como Zaha Hadid. En los noventa firmó junto a Enric Miralles, su pareja por aquel entonces, algunos de los proyectos más reivindicados del final de siglo, y tardó décadas en lograr despojarse de la etiqueta de figura a la sombra del genio catalán. En la actualidad, cuenta con un estudio en la Barcelona burguesa, a medio camino de la Diagonal y el Ensanche.

Los dos enormes rascacielos que construyó en Guadalajara supusieron un antes y un después en la percepción de su figura por parte del sector. Con los edificios Cube y Cube 2 logró situar el prestigio de su estudio en lo más alto. El edificio de oficinas Cube presenta una vista aérea que recuerda la disposición de un molino de tres palas o una proyección vertical del eje de un cilindro de ruleta, un diseño secular, tan icónico y evocador que ha permanecido casi inalterado desde las primeras variaciones en la antigua China hasta en las modernas iteraciones de la ruleta de los casinos online.

El eje central articula un conjunto de oficinas diseñadas para aprovechar al máximo la luz natural y haciendo especial hincapié en la ventilación. Los tres núcleos principales, construidos en hormigón, concentran las instalaciones, así como las circulaciones en vertical. Estas son las estructuras que contienen las vigas principales en voladizo y sobre las que se sustentan las losas postensadas de las plantas.

El Cube 2 nació como una búsqueda de lo singular, llevando al límite su calidad escultórica dentro de los parámetros de funcionalidad requeridos. La tensión entre el equilibrio de ambos factores acaba convirtiéndose en un conjunto armónico que surge a partir de un paralelepípedo con pantallas de hormigón en ángulo para conformar dos estructuras triangulares donde destaca la ausencia de pilares interiores.

La construcción de ambos justifica su decisión de asociarse con una ingeniería, algo que considera imprescindible para el crecimiento de un estudio de arquitectura. En el momento de la construcción de ambos rascacielos, su estudio contaba con 13 empleados, una plantilla fundamental de cara a anticipar posibles choques con el cliente: “Hay que hacer informes y dibujos de todo, forma parte de la burocratización de la profesión”, declaraba a la prensa española.

Carme Pinós creció pensando que la arquitectura era una disciplina con un claro leitmotiv: arte y vida se imbrican, y la arquitectura ha de funcionar como transductor entre dos magnitudes que no pertenecen a planos de realidad diferentes. Para la catalana, un arquitecto es responsable de su trabajo frente al conjunto de la sociedad, y no solo frente al cliente.

En sus etapas junto a Miralles y el Premio Príncipe de Asturias Rafael Moneo, que fue su profesor, comprendió que aceptar la servidumbre que imponía el mercado suponía renunciar a su pulsión creadora, a su responsabilidad como profesional y a un espíritu cívico a la hora de “construir ciudad”, dentro del concepto “ciudad-tiempo”. No entiende que los edificios se hayan convertido en puros objetos de consumo, y destaca lo motivante que resulta aceptar encargos de casas en México con el objetivo de que en ellas convivan varias generaciones, algo que en España se ha perdido en gran medida.

Trabajar en México supuso recuperar parte de la confianza en sí misma y desarrollar su obra fuera del sinfín de reglas que la atenazaban en su país natal. Sí critica la falta de “sentido de ciudad” a la hora de integrar volúmenes, y es ahí donde su decisión de ofrecer el vestíbulo del Cube 2 a las personas que accedían al edificio andando, y no a los que llegaban en coche, cobra una nueva luz.

Carme rehúye una costumbre extendida entre la profesión: tener una cartera de proyectos para obtener prestigio académico y otros que cumplan un fin alimenticio. Se considera autora siempre, y defiende que la ilusión es independiente de la magnitud del proyecto: “lo que más me ilusiona ahora es trabajar en mi casa de Mallorca; es el espacio de reunión de familia y amigos”.


FuenteVideo:  LaCiudaddelasIdeas Youtube