“La Révolution ne sera pas télévisée”
Por Javier Dasdores de Armas
Primavera porteña.
“Buenos Aires es el lugar donde tenemos el estudio y donde hasta el momento construimos todos nuestros edificios. Amamos y respetamos mucho esta ciudad pero no nos gusta pensarnos en términos geográficos. De hecho sentimos que nuestro trabajo está más ligado a la obra de otros colegas de otros puntos del planeta o de un tiempo anterior al nuestro mucho más de lo que está relacionado a lo que está sucediendo aquí y ahora. Del mismo modo, intentamos ver la arquitectura producida en el exterior sin prestar demasiada atención a su “denominación de origen”. Este esfuerzo por diluir los límites en ambas direcciones nos permite imaginar un mundo mucho más abierto, sin jerarquías heredadas, un mundo en el cual nos sentimos más cómodos y confiados para desplegar nuestro trabajo.”
De un tiempo a esta parte se está convirtiendo en un incómodo lugar común el relacionar Suramérica con cantidades ingentes de inmigración ilegal, brillantes astros del fútbol y cruentos episodios de inestabilidad política, una modelización injusta que a pesar de ello no resulta del todo sorprendente: del mismo modo que Saturno devoraba a su hijo, la lejana y trasnochada Europa desterraba a sus bastardos al nuevo continente con la esperanza de no volver a verles jamás.
Mayor suerte ha corrido el mundo de la cultura y el arte, donde los Borges, los Carpentier y demás bates, han gozado del reconocimiento que les dispensaba el viejo continente. No así la arquitectura, donde, salvando honrosas excepciones, muchos de sus talentos no han pasado de ser como esos objetos exóticos para turistas que adornan nuestras blancas estanterías de Ikea: “la idea de establecer conversaciones más allá del “vecindario” la llevamos adelante sabiendo que de todas formas deberemos enfrentarnos a todo el folklore local. No existe manera de construir una obra sin que esto suceda. Nos gusta pensar que la mejor manera de hacerlo es con la vista puesta en el horizonte, desarrollando una especial habilidad para sortear todo tipo obstáculos sin bajar la mirada. Es posible que este escenario nos haya influenciado a interesarnos por la facilidad, la inmediatez y la economía de medios.”, opinan Marcelo Faiden y Sebastián Adamo (Buenos Aires, 1977), en relación al contexto donde desarrollan su trabajo.
¿Quién soy yo?
A pesar de iniciar su colaboración en el año 2000, la historia de Adamo-Faiden comienza en 2005, tras el regreso de ambos desde Madrid a Buenos Aires, donde actualmente compaginan su labor docente en la universidad, con la investigación y el trabajo de estudio: “la idea de formalizar la sociedad coincide con la necesidad de poner a prueba las herramientas de proyecto desarrolladas hasta el momento, confiando en que su salida al mundo nos obligaría a someternos a su constante actualización. En este sentido el estudio tiene tres áreas que intentan retroalimentarse unas con otras. Por un lado ambos somos profesores de proyectos en la universidad de Buenos Aires. También dedicamos mucha energía en investigación, ya sea desarrollando nuestras respectivas tesis doctorales, escribiendo artículos en distintos medios o bien organizando talleres fuera del ámbito académico. Y por último la práctica profesional en el sentido más clásico. De esta forma intentamos construir una amalgama que nos permita mediar nuestras ambiciones privadas con las necesidades públicas.”
Las reglas y los modelos destruyen el genio y el arte. (Willian Hazlitt).
Su obra destierra gastados automatismos, para cubrirse de una pátina enigmática, casi misteriosa, que evita que sus proyectos caigan en las tradicionales inercias proyectuales. Un ejercicio de reinterpretación e investigación de nuevos patrones que dotan al habitar actual del dinamismo que demanda.
El edificio Arribeños o las casas Lago, son sólo algunos ejemplos del trabajo de los argentinos en el complejo campo de la vivienda. Pequeñas piezas domésticas que actúan como negativos de la vivienda tradicional, superponiendo ámbito privado y social, del mismo modo en que se superpone la escritura en un viejo papel de calco.
“En todos los proyectos que comentas existió la necesidad de cuestionarnos la operatividad de las tipologías heredadas. Ninguno de ellos es exactamente un bloque o una torre o una pieza de completamiento. Ninguno de ellos tiene un programa claramente definido sino que más bien son lo suficientemente ambiguos como para permitir múltiples apropiaciones. Actualmente las unidades de estos edificios se usan como viviendas, como atelieres o como despachos profesionales. Nos gusta pensar la arquitectura como un marco para la experiencia.”
La revolución no será televisada.
“Es cierto que los canales de difusión se han multiplicado y diversificado dando lugar a mayor cantidad de voces. Pero no creemos que esto tenga que ver con potenciar el binomio “institucionalidad versus clandestinidad”, sino más bien entendemos que ocurre todo lo contrario. Esta diversificación de medios no ha hecho más que acercar hacia las instituciones o corporaciones todo aquello que estaba al margen, todo lo que parecía tener vida propia. Que esto suceda vía internet refuerza la idea de que todo es susceptible de ser parametrizado primero, transformado en mercadería luego.”
No es tiempo de sediciones ni vehementes declaraciones de principios. Atrás quedó ya la imagen de aquel joven guerrillero de boina calada o la de aquel pintor que dedicaba su tiempo a profanar la inmaculada blancura de los lienzos con figuras grotescamente deformadas. Y mientras el impulsor de la revolución en aquel lejano país asiático, más popular si cabe por sus legendarios cuellos de camisa, compite en popularidad con la fórmula de la Coca-Cola, millones de voces, de propuestas artísticas y de inquietudes políticas reales (no de las que cubren la falta de talento laboral bajo el terno del partido de turno donde poder medrar) son asimiladas por una sociedad institucionalizada que las deglute con la misma rapidez con la que lograron introducirse en la red.
“Todavía no estamos seguros de que esto sea positivo o no, solo no creemos que tenga que ver dar espacio a la clandestinidad: al ser absorbida ésta deja automáticamente de existir.”
Fotografías: ©Francisco Berreteaga
Cite: “Javier Dasdores de Armas, Adamo-Faiden, Tecnne”
TECNNE | Arquitectura y contextos
Comment here
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.