Museo del Hielo Patagónico, Santiago Cordeyro y Pablo Güiraldes
Las convenciones alcanzadas en la composición del museo provienen de la observación del movimiento pausado e imprevisible de las formas de la naturaleza. El paisaje de glaciares que rodea el museo muestra una variación formal permanente, propia de cualquier fenómeno climatológico, con movimientos imperceptibles que transforman la escenografía de manera constante.
El Museo del Hielo Patagónico se compone de cuatro cuerpos, uno principal donde se encuentra el hall de ingreso, el bar y las oficinas y tres pabellones radiales que contienen un auditorio y dos salas de exposiciones. Estas salas se vinculan con el hall mediante circulaciones.
El volumen principal del Museo del Hielo Patagónico establece el carácter del conjunto. Se compone de un volumen rectangular de lados transparentes, con tres pequeñas torres verticales yuxtapuestas que aluden en su grafía la dinámica de los glaciares.
Dos de los pabellones traseros alojan los contenidos temáticos y audiovisuales y el tercero contiene un auditorio con una antesala. Los tres pabellones se desarrollan en horizontal y sus formas permiten contrarrestar los vientos predominantes en la región. En el subsuelo se encuentra el bar del hielo, equipado con bloques de hielo que se desprenden de los Glaciares de la zona.
Museo del Hielo Patagónico Memoria de los autores
Los glaciares son una potente combinación de elementos y fenómenos climáticos y naturales. El proyecto del Museo se basó en esta sensación de fuerzas básicas y elementos simples que se mueven de forma lenta y majestuosa frente a nosotros. Los materiales del edificio son algunos de los más simples y frecuentes en la zona: galpones de chapa metálica para los contenidos y la nave del hall, y torres de mampostería para las torres que alojan oficinas, cocina, baños y servicios.
Las formas son simples: prismas horizontales con techos a un agua para los galpones, prismas verticales para las torres. El movimiento que adquieren surge de su adaptación al terreno, por un lado, y de un entrechocar de formas que es consecuencia de ubicar los elementos del programa donde funcionan mejor, y que el conjunto sea el resultado de este juego. Los espacios interiores son también la consecuencia de estas colisiones y adaptaciones.
Para los galpones pensamos un diseño asimétrico por su implantación y forma, contrarreste los grandes vientos como si fueran dedos de una mano. Hall central diseñamos tres torres con sus formas filosas y asimétricas son la inspiración pura de los hielos y el intento de evocar a ese monumento natural en cuanto a su escala, dimensión y colores. Asimismo, los galpones de chapa en los cuales cambian de colores en las distintas épocas del año ya que el sol o la nieve dan contrastes increíbles toman a la longitud y dan el tamaño en lo horizontal, ya que tiene 70 m de largo.
El Museo del Hielo Patagónico está integrado por un hall central y tres pabellones unidos por conectores de circulación. El Pabellón central contiene el hall de acceso, la boletería, el bar, local de venta de suvenires, así como oficinas administrativas y zona de personal, e incluye zonas de baños públicos y de personal, cocina y depósitos.
El hall es elemento distintivo del conjunto, que recibe a los visitantes y los orienta hacia los pabellones que alojan los contenidos. Es una barra horizontal, construida en chapa con grandes superficies vidriadas.
En el subsuelo del Museo del Hielo Patagónico se encuentra el Bar de hielo; se trata de un local enteramente de hielo, utilizando bloques de hielo que se desprenden de los Glaciares de la zona, incluyendo revestimientos, mobiliario y equipamiento, y destinado a servir bebidas, mantenido a una temperatura de 5 grados centígrados bajo cero.
De los tres pabellones restantes, dos de ellos alojan los contenidos temáticos, maquetas, infografías, ambientaciones y audiovisuales. El último contiene el auditorio con su área de antesala. Estos tres elementos tienen un fuerte desarrollo horizontal. La chapa acanalada sinusoidal, que se deja de color natural, se transforma en un material abstracto y continuo, y acentúa las líneas quebradas de los pabellones.
Buscamos con el Museo del Hielo Patagónico el contraste entre arquitectura y naturaleza, ya que el marco de nuestro edificio es el sitio: la estepa patagónica es el gran escenario de esta obra. La naturaleza nos sorprendió, a pesar de buscar este contraste, y creemos de haberlo logrado, durante el invierno con la estepa nevada el edificio se mimetiza con el paisaje sorprendiendo y logrando un efecto de fusión entre arquitectura y naturaleza.
Santiago Cordeyro y Pablo Güiraldes
Fotografías: ©Cordeyro-Güiraldes
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